EL COLOR DE LA MAGIA

 



Escrito por Terry Pratchett

Traducido por Cristina Macía

Publicado por Debols!llo

Recomendado para jóvenes lectores

Novela – literatura fantástica

 

     Este año tomé la decisión de hacerme con la colección completa de los libros de Terry Pratchett. No con todos de una vez, por supuesto, si no de empezar a hacérmela de a uno en uno y en el orden de su publicación. Respondo así a ese afán de ciertos seres humanos de tener obras completas, obras completadas. Igual podría intentarlo con Neil Gaiman en este momento.

     Hace unos pocos años quise presentar a alguien Mundodisco a alguien que no sabía siquiera quien era Pratchett y le presté uno de mis libros favoritos, El segador. Sin embargo, esta mujer, amante de la literatura fantástica, adoradora de Deadpool, me dijo que no había podido entrar, que le había parecido como si entrase a la mitad de un chiste y que no terminaba de cogerle el tranquillo. Quedé extrañado. Mi puerta de entrada a Mundodisco había sido a los 19 años más o menos con Dioses menores y no se me había ocurrido que debía leerse en un orden determinado.

     Para quienes estén perdidos y aún estén leyendo, Terry Pratchett es el creador de una saga enorme de libros (alrededor de los 35, si mal no estoy) situados en Mundodisco, un mundo plano, efectivamente, que se sostiene sobre cuatro elefantes que, a su vez, se sostiene sobre el caparazón de una tortuga gigantesca. Un mundo tan improbable, por supuesto, solo puede sostenerse a través de la magia. Hay que anotar que estos libros, auntoconclusivos en su mayoría son paródicos, se burlan de todas las convenciones del género.  

     La historia de El color de la magia comienza con un mago llamado Rincewind, que nunca se pudo graduar de la universidad de la magia porque uno de los grandes hechizos se le atoró en la cabeza no permitiéndole que nada más entrara. En este volumen, además, se encontrará con el primer turista de Mundodisco y se enfrentarán a diversos problemas, muchos de ellos de orden geopolítico y económico. Pratchett no se andaba con pendejadas. Rincewind es el protagonista de, si mal no estoy, las cuatro o cinco primeras novelas de Mundodisco, pero luego es abandonado, y uno, volviendo a estas novelas, entiendo porque es abandonado.  

     El color de la magia no es una gran novela. Ni siquiera es una gran novela en la serie de Mundodisco, aunque prefigura los elementos que luego se desarrollan en libros posteriores. Nos encontramos a Muerte, por ejemplo (Todas las traducciones de Mundodisco al español están mal, no es la muerte, es Muerte a secas), pero Muerte en esta novela es solo un boceto de las alturas que alcanzará después. Así mismo nos encontramos con un personaje que anticipa a Cohen, el bárbaro, pero al que le falta ese sabor y sustancia. En ese orden de ideas, muchos de esos grandes momentos, personajes y situaciones, están aquí formulados como meros bocetos, incluyendo el ritmo mismo de la novela.

     Hay varios elementos a tomar de aquí. El primero de ellos es una recomendación para escritores, por alguna parte has de empezar y tu primera obra no alcanzará los grandes ribetes a los que quieres llegar. Eso solo se alcanza con el tiempo y el esfuerzo. El segundo de ellos es que el tiempo nos da a los lectores la capacidad de distinguir lo bueno de lo malo, aunque también sabiendo valorar las obras de acuerdo a su contexto. Prachett es único en su género y esta obra, la que inicia todo, fue publicada en 1983. Lo último, al menos lo último que decido tocar al respecto, tiene que ver con el elemento subjetivo. Con el tiempo considero que esta no es una gran novela de Pratchett, pero en su momento me reí como enano mientras la leía; hoy tengo otra perspectiva, otros recorridos, pero eso no quiere decir que si hayas consuelo en las páginas de este libro, que si hayas un momento para reírte y alejarte de todo y pensar acerca de las novelas de fantasía, no estés en lo correcto. Así pues, esta es una forma de entrar al Mundodisco, fue la forma en la que Pratchett nos introdujo a este mundo altamente improbable, pero bello como una hermosa puesta de sol donde los ocho colores del arcoíris refulgen.   

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