Escrito por Claudia Amador
Publicado por Mirabilia Libros y Laguna Libros
Recomendado para Jóvenes lectores
Literatura fantástica – novela
La idea de ubicar a los vampiros en la
costa es escandalosa. Es decir, nuestro imaginario nos indica que un vampiro es
de ascendencia europea o norteamericana. El único antecedente que recuerdo es
la genial película Vampiros en la habana. En este orden de ideas Altasangre de
Claudia Amador se presta para ser leída como un relato paródico, que llevase al
absurdo las ideas propias del vampirismo. Ninguna idea pudo haber sido más
equivocada.
En Altasangre el carnaval de Barranquilla
no es un capricho inútil, se trata del marco ideal para que la propuesta de
Amador pueda tener lugar. La trama del cambio generacional, así como las
diversas estructuras jerárquicas y las criaturas presentadas, hacen que la idea
de estas criaturas góticas y su prosperidad en plena costa caribe colombiana
sea verosímil. Sin embargo, la dificultad viene en la narración de los hechos. Amador
relata la historia como Zapata Olivella narra Changó, el gran putas. Es decir,
una gran parte de l0 narrado son situaciones que le acontecen a los personajes
y que no son protagonizadas por ellos. Esto sucede porque lo diversos
personajes no son más que emanaciones del Muntu, que viene siendo el
protagonista real del libro. En contraste, en Altasangre asistimos a una novela
que se siente como un cuento.
Recordemos qué, de acuerdo con la visión literaria ya clásica, en los cuentos importa la trama en tanto que en las novelas predominan los personajes. En Altasangre la trama es lo que prima a tal punto que los personajes dejan de ser importantes. No nos importan los personajes, nos importa lo que va a pasar a continuación. Los personajes no son construidos, son nombrados y eliminados como si el Deus Ex Machina fuese suficiente para mantener en pie esa estructura que comprendemos como novela. El resultado, un relato informe con un muy buen universo entrevisto –Lore, creo que lo llaman ahora-, pero que no es explotado al máximo, que mata personajes de un capítulo a otro como por arte de magia y que logran la captura de una bella para ser devorada por una bestia, como si se tratase de un acto tan pueril como ir a comprar el pan. Con todo, el libro se disfruta, y ese capítulo final es una maravilla. A veces, como lo aprendió Ospina en su momento, se requiere menos poesía y más narrativa.

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