EL TIGRE EN CASA. Una historia cultural del gato

 




Escrito por Carl Van Vechten 

Traducido por Andrea Palet

Ilustrado por Krystopher Woods

Publicado por Editorial Sigilo

Recomendado para jóvenes lectores

Ensayo – No ficción


Hay libros que nos perdemos por no saber otros idiomas. O libros que nos llegan en apariencia muy tarde. Sin embargo, algo tienen en común los libros y los magos, no llegan tarde o temprano, llegan en el momento justo. 

El tigre en casa no es un libro nuevo. De hecho, su publicación original se remonta a 1920, y, por supuesto, echamos muchas cosas en falta. Cosas que el autor, quizá habría rescatado e incluido, pero que le fueron desconocidas. Habrá que esperar a un valiente que le haga continuación a este libro, que, de alguna manera, lo actualice. 

Carl Van Vechten es un ailurofilo (palabra nueva que tuve que consultar para poder escribirla de forma correcta -al menos eso espero-) en toda regla, y e encarga de escribir todo un libro donde da cuenta de todos los elementos culturales e históricos por los que ha trasegado el gato. El resultado es una gigantesca y emocionante colección de anécdotas y chismes acerca de los seres humanos y su relación con este felino. Así, nos damos cuenta de personalidades históricas y artistas que se la han llevado bien, o mal, con los felinos. Hay páginas deliciosas donde Van Vechten se detiene en detalles preciosos y en crítica artísticas y literarias a pintores y escritores que han sabido, o no, dar cuenta del alma del alma de los felinos. 

También tenemos todo un capítulo donde se habla acerca de las crueldades innombrables contra los gatos dada las supersticiones existentes sobre su relación con el demonio, en particular, y el mal, en general. Por supuesto, también se despotrica contra los perros en favor del honesto felino. 

Como lectores del siglo XXI echamos en falta menciones a la obra de Elliot o al mismo Cats, el musical, pero también se nos revela todo una época anterior de la nuestra donde se da cuenta de personalidades que pudieron tener en su existencia cien o más gatos o de obras musicales escritas en su nombre, intentando representar su misma prosodia. 

No estoy de acuerdo en todo lo que dice Van Vechten, por supuesto, pues creo con firmeza que los gatos deben estar en casa para no morir de forma ignominiosa, pero es un libro que vibra en la misma armonía que la de todos los ailurofilos.

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