EL LOBO QUE QUERÍA SER OVEJA



Escrito e ilustrado por Mario Ramos

Traducido por Rafael Ros

Publicado por Editorial Corimbo

Recomendado para los pequeños

Libro ilustrado

Somos lo que somos, pero tomar consciencia de ello nos toma, además, un tiempo enorme. Para algunos serán unos pocos años, para otros décadas enteras. Hay quienes necesitan ayuda para asumirse y otros que no llegan a hacerlo nunca. Hay quienes se mienten, hay quienes se exigen demasiado -lo que constituye otra forma de no aceptarse-, y hay quienes encuentran que a través del tiempo su identidad misma va cambiando. Hay víctimas que quieren ser victimarios, hay victimarios que se consideran víctimas. Hay lobos que quieren ser ovejas. 


El pequeño lobo quiere ser una oveja. Es decir, quiere ser algo que no es, algo en lo que no podrá convertirse por más que quiera. Así que, de manera literal, hace lo mejor que puede para ponerse en la piel del otro, es decir de una oveja. Las ovejas no se lo toman muy en serio, creo que hasta cierta ternura les da, pero desde el cielo la cosa es otra, y en el cielo hay otros predadores. Así, el pequeño lobo se descubre como presa, situación que no le gusta mucho. De esta manera, debe iniciar su escape, al final del cual es asumido por las ovejas como lobo en tanto él se acepta a sí mismo. Sin embargo, aunque aquí podría terminar el cuento, hay un pequeño giro poético. “Por supuesto que soy un lobo. ¡Pero no cualquier lobo! ¡Yo he tocado las nubes!”. Como en cualquier relato digno de la aventura del héroe, el pequeño lobo se ha transfigurado. 


El lobo que quería ser una oveja juega con la perspectiva natural de la presa y el predador, pero también de la identidad, elemento que en los últimos años, y desde muchas perspectivas, se encuentra en discusión. 

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