Escrito por Annie Montenegro
Ilustrado
por Mariana Delgadillo
Coordinación
editorial a cargo de Expresión viva
Recomendado
para jóvenes lectores
Colección de cuentos – literatura colombiana
Un término se popularizó a
finales del siglo XX y principios del siglo XXI: Pornomiseria. El término fue
empleado sin ninguna contemplación para referirse a aquellas producciones tanto
literarias como cinematográficas que buscaban de forma descarnada hacer
referencia gratuita a nuestra miseria patria con el fin de llamar la atención
sobre la obra en cuestión y, de paso, obtener un lucro que no se hallaba basado
en el nivel artístico de la obra sino en su capacidad de exposición y de
atención mediática. Así, en la pornomiseria no era tan importante el relato sino
la visceralidad del mismo. Con el tiempo, empero, el término parece haber ido
cayendo en desuso o nuevas formas de contar historias empezaron a imponerse.
Pasamos de la visión de Víctor Gaviria a las de Ciro Guerra. Sin embargo, la
violencia nunca ha dejado de estar presente en Latinoamérica.
Mientras leía El mundo era una
bruma pensé varias veces en el término y lo que encerraba. Hay relatos, hay
líneas que para mí soslayaban esa idea, pero al detenerme a pensar sobre ello
me parecía injusto intentar englobar el trabajo de la autora bajo este término
porque tiene mucho de reduccionista y de peyorativo. En contraste, esta colección
de relatos de Montenegro n buscan el pesar ni la conmiseración del lector, en
tanto reflejan lo que sucede de forma cotidiana en la Colombia rural y
marginada. Hay líneas que recuerdan a Rulfo, hay una frialdad enorme en los retratos
de víctimas y victimarios que dan cuenta de la enorme estructuralidad y
simbolismo de nuestra violencia cotidiana. Mis relatos favoritos son El
camino estaba limpio y El mismo juego, que le dejan a uno una
melancolía enorme.
Los seis relatos aquí presentados
(intentaré olvidar el grandilocuente e innecesario prólogo a cargo de Betuel
Bonilla) son antecedidos uno a la vez por las ilustraciones en policromía.
Empero, a pesar de la gran expresividad de las mismas, el hecho de que vengan
en un papel diferente y que el reverso esté en blanco me dejan la impresión de
elemento añadido que no se articula necesariamente con el relato, que no le
aporta, que no enriquece.
El mundo era una bruma es una colección de relatos dolorosos de los que se termina lamentando su pequeño tiraje (tan solo 600 ejemplares), pues hace parte de Convocatorias de Estímulos apoyadas por el Ministerio de Cultura. Da cuenta, así mismo, de la importancia de las pequeñas editoriales, de los impulsos estatales, para ayudar a impulsar nuevas voces.
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