EL SECRETO DE LA FLOR QUE VOLABA

 


Escrito por Demián Bucay

Ilustrado por Mauricio Gómez Morin

Publicado por Océano Travesía

Recomendado para Lectores en marcha

Libro álbum

 

 

     Este es un libro hecho con mimo, con una atención exquisita al detalle. Una de las primeras cosas que me hizo ver Silvia Valencia, fue que el editor era Daniel Goldin, y quienes saben de literatura infantil y juvenil, saben que ese nombre tiene peso. De hecho, una parte importantísima del peso que pueda tener Océano Travesía en este momento se debe al trabajo enorme de Daniel Goldin. Tanto es así, que Bucay lo incluye en sus agradecimientos,” A Daniel Goldin, quien trató mi texto con un amor más allá del que en un comienzo se merecía y que supo prever la conmovedora belleza que las ilustraciones han aportado”.

     Hagamos inferencias. Bucay y Gómez Morin no llegaron con un trabajo terminado a Océano Travesía. Tal vez ni siquiera se conocían. Bucay presenta su texto (no sabemos hasta que punto es el texto final), y es Goldin, quien encuentra un ilustrador y da forma final al libro. En esta época en que hay un llamado a la autopublicación, es importante rescatar la labor del editor, quien puede ver elementos que al creador se le han escapado. En este caso en particular, iba a comprar un libro de Chris Van Allsburg cuya historia me había atrapado. De repente, la librera de El Globo me asalta con este libro, invitándome a conocerlo (ya hablaremos del papel del librero en estos tiempos convulsos). En Visiones peligrosas, Ellison (un editor delirante) llama al recurso de subventa como la jeta. Supongo que es la expresión que uno hace al ver el artículo en cuestión. Solo abrí al azar El secreto de la flor que volaba y decidí que el libro tenía que ser mío. Me convenció la calidad del papel, la calidad de las ilustraciones y una enorme página desplegable. No conocía la historia, sólo los elementos físicos del libro. Esos elementos, si nuestras inferencias son válidas; o mejor, el ensamblaje de esos elementos es responsabilidad del editor.

     Al asomarnos a El secreto de la flor que volaba nos encontramos en las guardas con una ilustración que hace referencia a una de las pruebas psicológicas más reconocidas, el test de Rorschach, con una sobreimpresión de una suerte de olas. Amén a esto, el papel semeja la textura de un papiro, lo que se justifica con la ubicación oriental del relato. Porque este es un relato que se ubica en la China imperial, en la dinastía Ho, quien descubre y se enamora de las mariposas, y decide, cuando tiene el poder de decidir, que quiere una mariposa de cada uno de los rincones de su imperio para admirarla para siempre. Sin embargo, cuando lo logra no obtiene necesariamente lo que quiere, haciendo falta un feliz accidente para que pueda encontrar lo que al fin quiere. Bucay nos conduce renglón a renglón en el relato, empleándose a fondo en conseguir la palabra y la atmósfera justa. No olvidemos las imágenes, desplegadas de forma panorámica a lo largo del texto, aunque respetando la caja tipográfica, ampliando la información textual, magnificándola, extrapolándola. El resultado es este libro maravilloso.

     Cuando encuentren El secreto de la flor que volaba los invito a deleitarse en cada una de sus páginas, en la composición de las imágenes, en la interrelación entre el texto no alfabético y el alfabético; los invito a enamorarse.    

Comentarios

  1. Gracias por tu emotivos y lindos comentarios. Te mando un muy sentido abrazote y deseando que todo en tu vida vaya muy bien!

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