LUZ PROPIA. Un libro sobre seres que brillan.

 


Escrito por María Emilia Beyer

Ilustrado por Franz Anthony

Publicado por Océano Travesía

Recomendado para los pequeños

 

     Nunca es demasiado pronto para comenzar a informar a los niños acerca de su entorno mediato o inmediato. De hecho, esa información suele aparecer en segundo plano en muchos libros y es objeto de atención inmediata de los niños desde el primer minuto de su vida. Los bebés y niños están en constante exploración y búsqueda de información sobre dinosaurios, rocas, mariposas, insectos, plantas, maquinaria, y la física misma del funcionamiento del universo (eso te explica, oh, amable lector, el hecho de que lancen una y otra vez la cuchara al piso mientras están comiendo). Buscan constantes, buscan irregularidades.

     Es pues, esta etapa un momento imprescindible para incentivar en ellos el amor al conocimiento, respondiendo las eternas preguntas, los eternos porqués, y ampliando su universo de forma constante. Es ahí donde un libro como Luz propia entra.

     Luz propia es un libro muy cortito que introduce ocho especies que tienen la capacidad de brillar. LA información que presentan es básica y contiene, además, información oculta en letra negra, de manera que hay que inclinar de ciertas maneras el libro para poder leerlas. Es también una manera muy inteligente de mostrar las propiedades del camuflaje, pues no siempre la bioluminiscencia tiene como objetivo la consecución de comida. Al final, se puede encontrar el listado de las especies (animales y vegetales) acompañadas de sus nombres científicos.

     Pero no todo acaba ahí. El libro se despliega y se convierte en lo que la editorial ha denominado un libro-lámpara (lo cual es mentira en parte), que no ilumina mucho, pero que si presenta un bello mural con luminiscencia. LA distinción es importante, porque la bioluminiscencia no hace referencia a que las especies logren un enorme despliegue lumínico. Por el contrario, es débil, pero misterioso y atractivo. El ejemplo más cercano para nosotros son las luciérnagas, que despiertan nuestro interés, pero que no despiden el brillo de un bombillo, y que solo son muy visibles cuando hay muchas de ellas. Con todo, el mural es atractivo, y, en la noche, misterioso.

     Luz propia, consigue su objetivo, atrae y encanta, y si te descuidas, tu mente se puede ir por los derroteros de la búsqueda del conocimiento, ese monstruo insaciable.   

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