A VECES VOLAMOS

 



Escrito por Katherine Applegate

Ilustrado por Jennifer Black Reinhardt

Traducido por Sandra Sepúlveda Martín

Publicado por Océano Travesía

Libro ilustrado

Recomendado para los pequeños

 

     Los libros de autosuperación son los que suelen llevar la batuta en ventas en las librerías y en las editoriales. Un autor, creo que Mario Mendoza, se solazaba en las ventas de autores como Paulo Coehlo, pues era lo que permitía a las editoriales tomar riesgos con autores como él, que vendían poco. Y, si no poco, sí menos.

     Si hiciéramos un rastreo a la literatura de autosuperación, probablemente descubriríamos que esta bebe de la misma fuente que los mitos y la filosofía. En especial, recuerdo la obra de quienes para mí son los padres de este género, al menos en los 70´s y 80´s, Anthony de Mello y Richard Bach. De mello mezclaba el psicoanálisis y la fe para, entre otras cosas, escribir unos libros llenos de parábolas e historias de fácil aceptación, que buscaban que la geste fuera mejor. Sus historias eran un montón de anécdotas que a menudo mezclaban algunos mitos y leyendas con palabras procedentes del libro del buen Jesús (En Colombia, Gonzalo Gallo se hizo eco de él). Bach, por su parte, se dedicaba a escribir sobre un individualismo feroz con elementos de misticismo y universos múltiples, todo ello desde la metáfora del vuelo, actividad que practicaba con fervor. Por supuesto, en los 70´s muchas situaciones permitieron el florecimiento de este tipo de textos. De alguna manera occidente descubría los textos de oriente, se embelesaba con el budismo y con el Tíbet, y de ahí salían autores como Lobsang Rampa; o se maravillaba con las maldiciones egipcias, en tanto descubría las antiguas cofradías y la cábala y a Jung, y entonces aparecía Conny Méndez con metafísica 4 en 1. Seré atrevido: Eran tiempos muy extraños.

     En ese sentido, la autosuperación sirvió como una suerte de textos de divulgación de una gran diversidad de tendencias espirituales, religiosas y filosóficas. Se contaban los relatos, no su procedencia. Se maravillaba a los lectores con las plumas sin jamás mostrar el pájaro.

     En la actualidad, nuestro gran gurú es Paulo Coehlo (Que ojalá siga vendiendo mucho para que Mario Mendoza pueda seguir publicando), quien comenzó en el camino de Santiago y, de alguna manera para mi desconocida, terminó manoseando el Aleph (espero no el de Borges).

     De esta manera, la autosuperación, a partir de una filosofía facilonga; de una psicología que pretende resolver con dos palabras amables los traumas infantiles; del devenir de los coachs, que les dicen a las personas qué hacer; y de la repetición ad absurdum de algunas líneas sin contexto de El principito, se ha aposentado en la mente de las personas y también llega a la literatura infantil.

     A veces volamos es un libro de autosuperación. Las hermosas ilustraciones de Jennifer Black Reinhardt se despliegan a todo color, dándole vida a     frases insulsas que pretenden ser una reflexión acerca del crecimiento y del aprendizaje. El volumen es de una belleza empalagosa y vacúa, perfecta para plasmar en postales y para convertirse en un producto premasticado perfecto para que se lo regalen parejas entre sí o madres a sus hijos pequeños, recordándoles que todo esfuerzo tendrá una justa recompensa. En este sentido, el apartado gráfico logra fortalecer un texto débil y manido, dotándole de algún tipo de sentido cotidiano que busca ser trascendente. Lo gracioso del asunto es que frente aun texto literaria y artísticamente más logrado, como el caso de Juul o El libro triste o Rosalinde tiene ideas en la cabeza, un amplio porcentaje de lectores elegirá A veces volamos. Lo bueno, es que espero que su amplio margen de ventas permita que se publiquen más libros de Jeffers o Sendak

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