EL PORTAL DE LOS OBELISCOS

 


Escrito por N. K. Jemisin

Traducido por David Tejera Expósito

Publicado por Nova

Recomendado para Grandes lectores

Fantasía – ciencia ficción

 

     La tierra fragmentada es, seguramente, una de esas series que pasará a la historia, tanto por la factura de sus personajes como por la recreación de un mundo y una historia que se antoja magnética.

     Para quienes llegaron tarde, a la manera de Lee Falk, El portal de los obeliscos es la segunda parte de la trilogía La tierra fragmentada de N.K. Jemisin. En el libro anterior, La quinta estación, asistimos a un mundo conocido como La quietud que asiste a su ocaso. Es un mundo donde cada cierto tiempo se presenta una estación adicional, estación que suele ser catastrófica para el ser humano. Con todo, este mundo, de forma paradójica, es constantemente sacudido por temblores de tierra que son controlados por una raza temida y necesitada, los orógenes. Al final de la novela – alerta de adelanto- descubrimos que La quietud no es más que una tierra futura donde, por obra y gracia del ser humano, la Luna ha salido de su órbita, siendo la quinta estación una consecuencia de este acto.

     El portal de los obeliscos sigue de forma inmediata de los hechos acaecidos en La quinta estación; seguimos con el mismo narrador en segunda persona, y nos enfrentamos con una necesidad, la de reencausar la Luna a su órbita. Sin embargo, aunque el fin esté claro, los medios y la persona no lo son tantos y nuestra heroína -hay una- tendrá que enfrentar nuevas pruebas para alcanzar sus objetivos.

     El portal de los obeliscos amplía el mundo presentado en La quinta estación, afinando nuestra mirada sobre el mismo, resaltando ciertos aspectos y fijando nuestra vista en otros. Hay nuevos personajes y nuevas necesidades. La premura, cosa curiosa, también permanece, tornándose asfixiante por momentos.

     En lo personal, la narración en segunda persona da una visión más íntima de los sucesos, al tiempo que mantenemos cierta distancia sobre los mismos. Por otro lado, llegamos a sentir vértigo de lo lejos que sentimos que podemos llegar y, también, de lo bajo que podemos caer. Con todo, solo la última novela, EL cielo de piedra, nos determinará si el viaje ha valido en verdad la pena.

 

        

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