EL ALIENISTA



 


Escrito por Caleb Carr
Traducido por Antoni Puigròs
Publicado por Ediciones B
Recomendado para grandes lectores
Thriller – Literatura norteamericana

     El mundo no ha cambiado. Lo que llamamos progreso es, más que nada, aumento de la población y abundancia de tecnología. Pero en el fondo, en esencia, mi vecino y yo mismo, no nos diferenciamos mucho de aquellos que hicieron que Sócrates bebiera la cicuta. 

     El alienista se sitúa en una época en que New York estaba cambiando, se estaba convirtiendo en un centro, estaba desbordando sus límites y dando a la luz a un tipo de fauna diferente, más atroz si se quiere. Esta es, pues, una investigación sobre un asesino serial. En este sentido, la elección de Carr es brillante. Nos sitúa en un mundo sin internet ni teléfonos móviles, un mundo que está descubriendo la criminalística y a Freud; un mundo que está en medio de un cambio de paradigma, donde las mismas fuerzas del orden aún se comportan como tribus que pugnan por la defensa de su territorio. Nueva York, a finales del siglo XIX y comienzos del XX era un enorme campo de batalla a nivel territorial, pero también a nivel ideológico. 

     Es en esta New York donde un grupo de personas (en un inicio un alienista, un periodista y una secretaria de la policía) se topa con una serie de asesinatos perpetrados sobre niños que se travisten para prostituirse. Esta es la segunda elección brillante de Carr. No se trata de hombres, mujeres, niños o prostitutas. Carr elige una mixtura de todo ello, nos desnuda una perversión brutal, pero que tiene sus raíces mucho más hondo de lo que quisiéramos creer. 

     El tercer elemento alrededor del cual gira la obra, es la búsqueda de la humanización de la creatura. Dicho, de otra forma, da cuenta de un perpetrador, pero lejos de hacer que lo consideremos una persona alienada, busca que se le considere una persona que no puede escapar de lo que en sí mismo es. Desde el principio, el narrador, nos deja clara su punto de vista sobre este aspecto, “(…) partimos en pos de un monstruoso asesino y terminamos enfrentándonos a una criatura asustada (…)” (Carr, 2018, s.p.)

     Lo que viene luego es el recorrido del laberinto, los ayudantes que se suman, los encuentros y desencuentros, las salidas en faso, los cabos sueltos, las ideas que se abandonan. Y los enfrentamientos. Hay un momento donde queda claro que hay una facción importante de la ciudad que no quiere que los asesinatos sean aclarados, pues es importante que los inmigrantes, los marginados, los habitantes de la periferia, no tengan esperanzas, solo tengan claro que la única forma de lograr algo es el seguimiento ciego de la ley. Por otro lado, hay quienes consideran que los métodos nuevos de investigación, aquellos que van más allá de dividir el mundo en buenos y malos, en blanco y negro (en Colombia se diría: petristas y uribistas; los ciudadanos de bien y los otros, etc), corromperán la moral y las buenas costumbres, contaminarán la forma correcta de habitar el mundo.     

     El alienista es, pues, un libro de cuidado, de leer entre líneas, de buscar anticipar al asesino, pero, sobre todo, saber quién es más peligroso para lo establecido, para el statu quo. Ya quedara a tu arbitrio, atento lector, si decides aventurarte en esas letras.   

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