EL SEÑOR DE LOS ANILLOS. Una relectura



Escrito Por J.R.R. Tolkien
Ilustrado por Alan Lee
Traducido por: Matilde Horne, Luis Domènech y Rubén Masera
Publicada por Editorial Minotauro
Recomendada para jóvenes lectores
Fantasía – novela inglesa


     Elizabeth lee. Toma su copa de vino, se sienta en el sofá y lee. Hace cerca de un mes se sumergió de nuevo en las aventuras de Gandalf, Aragorn, Merry, Pippin, Boromir, Legolas, Gimli, Sam y Frodo.  

     Elizabeth no toma decisiones con facilidad acerca de la lectura. Es exigente, pide que un libro sea atrevido y curioso y singular y atractivo y profundo, todo al mismo tiempo ahora. En medio de estos días extraños, saltando de título en título ha decidido volver a su libro preferido, algo que no comprende que yo haga, pero que justifica porque para ella El señor de los anillos es algo así como el hogar.

     En este momento Elizabeth redescubre el libro, me abuchea cuando me adelanto pensando que está en un pasaje al que ella no ha llegado, detesta que le revele cosas que ella ya leyó, pero que no recuerda; así que su relectura es más que nunca una suerte de primera lectura. Sin embargo, por supuesto, eso no la exime de ser crítica. Se va lanza en ristre contra Tolkien, porque le parece en algunos pasajes demasiado maniqueo; lo compara con Martín y con Rothfuss; se resiste a cualquier argumento acerca del tiempo y maldice a Martin, de nuevo, como todos, por lento.

     Luego, se enamora. Redescubre el romanticismo de Tolkien, que en un pasaje adora y en el otro aborrece. Al momento de verse la película, enuncia con sentido crítico también, los aciertos y desaciertos de Jackson. Solo ve la película, una vez terminada cada una de sus tres partes. Ambos coincidimos en el desacierto de la innecesaria historia de amor que borda Jackson. En contraste, redescubre los vestigios de racismo, a su ver, en Tolkien; como los buenos son blancos y cualquier cosa más parda u oscurecida suele ser asociada a la oscuridad.

     Entonces hablamos en algún momento de Frodo y su papel, de Sam y su papel, relee, redescubre, recuerda, descubre como si fuera la primera vez, que Sam enfrenta, con más suerte que habilidad, a Ella-Laraña, y que es valiente; y que Frodo tiene suficiente con que enfrentarse al peso cada vez más apabullante del anillo.

     A medida que pasa las páginas, Elizabeth se emociona. Creo que ha olvidado el final. Es decir, el momento culmen de todo el libro, cuando Gollum se redima al final de las jornadas, entendiéndose la razón de la piedad de Bilbo. Dice Elizabeth, con razón, con toda la infinita razón y sabiduría, que le da su redescubrimiento y profundización, que el destino del universo recae en los pequeños y humildes.
    
     Elizabeth descubre, acaso por primera vez, al menos que recuerde, que sepa, el placer de la relectura.

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