MITOS NÓRDICOS



Escrito por Neil Gaiman
Sin datos del ilustrador
Traducido por Claudia Conde
Publicado por Editorial Destino
Recomendado para Lectores en marcha
Antología de relatos - mitología

     De Gaiman ya he escrito bastante en diversas ocasiones. Bastará resumir aquí que es el autor de Coraline, El libro del cementerio, Neverwhere y Material sensible, entre otros tantos títulos. Añadiré que en la actualidad es uno de los autores más reputados y reconocidos, no solo por la gran calidad de títulos publicados, sino también por su calidad. Quizá por esto último, Mitos nórdicos sorprende.

     Como lector me sumergí en la mitología muy temprano y me embebí en la mitología nórdica especialmente a partir de las runas. En su momento me sentí atraído por su carácter “mágico”; luego descubriría que toda escritura tiene un carácter mágico. Sin embargo, las runas me llevaron a Loki y Thor y el Muspellheim e Ygdrassil, donde Odín se sacrificó a sí mismo durante nueva días y nueve noches. En algún momento, quizá, deliré con la ilusión del Valhalla.  Me fascinó que su moral se basara en el valor y no en el amor o en la culpa. Luego, a través de mis lecturas de Campbell, encontré que Cristo colgado en la cruz, Odín pendiendo cabeza abajo colgado de Ygdrassil y Buda bajo el árbol de Bohdi, son esencialmente, cada uno de ellos, el Axis Mundi, el eje alrededor del cual gira el mundo. Con todo, el más bello acercamiento a la mitología nórdica lo tuve de la mano de Heinrich Niedner, quien se embelesa en las Eddas y desglosa con maestría los nueve mundos y los dioses y a los Aesir y los Vanes. Por supuesto, Borges hizo lo suyo, logrando que mi acercamiento a las Eddas, la mayor y la menor, la poética y la prosaica, fuera casi sencillo.

     Todos estos elementos hicieron que estuviera muy ilusionado con el libro de Gaiman. Si embargo, no encontré nada de lo esperado. Mitos nórdicos es correcto, transmite el relato básico, tal y como aparece en diversas versiones, pero no nos hace vivir la complejidad del mismo. Nos cuenta, pero, parafraseando a Borges, el pulso sigue intacto, los cabellos no se erizan, no se encoleriza la mirada. Nos enteramos de las armas de Thor, de sus aspavientos, de su torpeza, pero no nos estremece el sonido del trueno, el relampagueo del rayo. Gaiman nos habla de la sabiduría de Odín, nos cuenta de sus cuervos, pero no sentimos la importancia de Hugin y Munin. No sentimos el vértigo del árbol que alberga los Nueve Mundos. Lo curioso del caso es que Gaiman ha dado cuenta en su obra de la aprehensión que la mitología tiene en su obra, en especial la nórdica. Muestra de ellos es American Gods, donde el Padre de Todo y Loki se muestran en toda su siniestra complejidad. 

     Mitos nórdicos es una obra correcta, con dos o tres líneas que nos recuerdan que su autor conoce la poesía y el humor y la ira, pero que se contenta, en últimas, con mostrar los mitos y no narrarlos, quedándose en muchas páginas en simples palabras muertas sobre el papel.  

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