Escrito
por Francisco Gerardo Haghenbeck
Publicado
por Editorial Océano
Thriller
Recomendado
para jóvenes lectores
Este es
uno de esos relatos que conocí por la pantalla chica. En concreto, por la serie
Diablero de Netflix. Serie que, al fin y al cabo, se encuentra muy alejada de
la novela en la que se basa.
El
Diablo me obligó es una novela, que se puede leer por sí misma, pero que
anticipa un universo más amplio. Muchísimo y deliciosamente más amplio. En
particular, en el mundo que se plantea aquí, los seres humanos han aprendido a
esclavizar a los demonios y los ángeles con un único fin, su propia diversión.
Para ser más concretos, los ubican en un cuadrilátero, conocido como El Hoyo, y
apuestan sobre cual de aquellos gana o pierde. No hay ningún alma en juego,
sólo una vida inmortal, de más o de menos, de cualquiera de los lados. Los
encargados de conseguir estas criaturas son humanos llamados diableros.
Elvis
Infante, el protagonista, ya que no héroe, es un diablero que alguna vez hizo
parte de una organización llamada El Conclave, y que pronto se convierte en
mercenario, después de la guerra, cualquiera de ellas, de Afganistán. Elvis es
mexicano, pero ello no importa. Cuando se está jugando con lo eterno nada
importa.
El
diablo me obligó es un relato ágil divertido, delirante, y, también muy
pesimista. En algún momento, el Capintán Potocky le dice, cínico,
“(…) me di
cuenta de que la maldad humana no se ve.
Está en nosotros como un órgano. Igual que el corazón o los pulmones. Los
viejos dicen que no se puede engañar al Diablo, pero es mentira. Al que no se
puede engañar es a Dios. (…) Dios dejó libre a Satanás pues supuestamente iba a
tentar a la humanidad. Sería el gran juego: Dios contra el Diablo. Pero lo que
nadie sabía es que poseía el partido amañado. Había comprado desde mucho antes
a los jugadores, a los hombres: cuando creó a la humanidad, le otorgó maldad,
mucha, inclusive mayor que la del Diablo. Volvió así inservibles a los demonios
que los tentarían, incluso a los ángeles que pregonarían su bondad. Con el
pretexto del libre albedrío, se cargó todas las instituciones espirituales.
Dios fue el primer anarquista de la historia.
El relato, sin embargo, el de esta
novela, el de este episodio, es más bien pueril. Se trata de uno de los más
viejos casos, en medio de todo, se trata del caso de un exorcismo que no sale
del todo bien.
El diablo
me obligó es un libro atractivo, que reluce por su sinceridad, que tiene lazos
importantes con el mundo de la narrativa gráfica; un relato hecho para
entretener, pero que tiene toda la posibilidad de jugar con estructuras cade
vez más complejas. Con todo, va a lo seguro, se presenta como una novela negra
donde hay ángeles y demonios, y personas que pueden ver ángeles y demonios y
los pueden poner a luchar. Es una historia desencantada. Es una historia
latinoamericana.
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