Escrito por Eduardo Galeano
Imágenes procedentes de la región peruana de
Cajamarca, reunidas por Alfredo Mires Ortiz
Publicado por Siglo XXI editores
Recomendado para Jóvenes lectores
Crónica – ficción – no ficción – oralidad
Llegué a Bocas del tiempo de manera poco convencional. Me llevó a ello una
cita a ciegas que preparó el bibliotecario de la institución educativa donde
trabajo. Un empaque de papel kraft ocultaba este pequeño tesoro. Me tomó mucho
tiempo terminar con mi cita a ciegas, y me está tomando mucho más descifrar su
mecanismo secreto.
Eduardo Galeano es un escritor que aunque no se
haya leído se reconoce, bien por una cita en internet, bien por la sempiterna
mención que se hace de Las venas abiertas
de América Latina, su libro más conocido. Es una parte de nuestra idiosincrasia,
de nuestra cultura. Para colmo de males, al igual que a Gabriel García Márquez,
que a Neruda, que a Cortázar, se le asocia de inmediato con la izquierda, lo
que restringe en muchas ocasiones su lectura. Nuestro mundo, infantil, se debate entre
izquierda y derecha en lugar de debatir cómo hacer del mundo un lugar mejor.
Sospecho que Galeano intentó hacer eso a partir de historias.
Si alguien ha leído un libro de Galeano, de
alguna manera los ha leído todos. El problema es que todos son diferentes. La
mayor parte de los que he abordado en uno u otro momento de mi vida se compone de
pequeños relatos encantadores y reveladores a partes iguales, de los que no
termino de dilucidad dónde comienza la historia y dónde termina la ficción. Sin
embargo, funcionan. El narrador magistral que es Galeano, el maestro del
minirelato, de la minicrónica, mantiene al lector hasta la última palabra. Sus
relatos más extensos, los menos, ocupan dos páginas.
Galeano se burla del lector. Importa una
figura del pasado para ilustrar una situación de su presente, que es el pasado
del lector y que, de alguna manera, es también su presente. Su relato es
atemporal y verdadero, aun cuando nos mienta como un bellaco; y nosotros,
sabiendo que nos miente como un bellaco, le creemos porque reconocemos la
verdad que tiene de fondo.
He dicho que no reconozco el mecanismo de Bocas del tiempo. Miento a medias. No
termino de saber cómo explicarlo. No termino de dilucidar el hilo conector que
auna los relatos de este volumen, puesto que a veces, como en un collar,
Galeano ha engarzado 8 o 10 relatos similares por su temática, cuando de
repente el tema cambia, a partir de una frase o una palabra, y el lector se
encuentra que la temática es otra, que en algún momento se ha realizado un
viraje. En un momento es la historia, luego el ecosistema, luego la política, luego
la soledad, y así sucesivamente. Lo que sabemos a ciencia cierta, es que se
trata de un feroz ataque al status quo;
una defensa feroz de lo pequeño, de lo humilde, de lo disminuido.
Bocas
del tiempo, como la poesía, como las buenas historietas, se resiste a ser
devorado, exige atención, exige detenimiento, exige tiempo, para revelar la
sabiduría detrás de las palabras. Es una Cita a ciegas que cualquiera debería
tener la oportunidad de tener.
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