CUADERNO DE VACACIONES





Escrito por Carlos Grasa Toro
Ilustrado por Isidro Ferrer
Publicado por Tragaluz Editores
Recomendado para los pequeños
Poesía – libro juego

Literatura española 
     Es común encontrar que la literatura en la actualidad pertenece a uno o dos conglomerados que han crecido de una manera atroz y que se disfrazan de proteo. Sin embargo, siguen siendo unas dos o tres. El peligro de esto es que, para bien o para mal, la aparente multiplicidad esconde una única mirada. Es por esta razón que las editoriales y las librerías independientes merecen nuestro apoyo. Necesitan nuestro apoyo. Nosotros merecemos su apoyo. Nosotros necesitamos su apoyo. En últimas, nosotros necesitamos su apoyo, su disidencia, su valentía. Sólo por estas editoriales estos libros son concebidos. Sólo por esas pequeñas librerías estos libros comienzan a ser distribuidos. Hay que recordar que el juego, la literatura, es un espacio de disidentes, no de grandes masas. Hay que poder leer muchas y variadas cosas, hay que poder escuchar muchas y variadas voces.

     Cuaderno de vacaciones me atrajo con su propuesta de portada y la delicadeza de presentación. Lo hojeé y no me terminó de convencer. Mi cabeza estaba distraída, vi las páginas como quien oye llover. No estaba atento. Para leer poesía hay que estar atento. García Lorca dijo alguna vez, al menos eso dijo si le creo a Liniers, que “Poesía es la unión de dos palabras que uno nunca supuso que pudieran juntarse, y que forman algo así como un misterio.” Cuaderno de vacaciones no se trata sólo de palabras que no estaban concebidas para unirse, sino de palabras y dibujos que pudieron haber sido tomadas de cualquier lugar, de cualquier época, de cualquier cabeza; resultando un conglomerado hermoso de ideas que desafían la lógica y la razón, convirtiéndose de paso en otra cosa, una suerte de misterio, de mensaje críptico, de, justamente, otra cosa. ¿Qué cosa?, vaya uno a saber, pero entre la paradoja y el desconcierto y la risa la imagen que surge es la de la belleza.

     Es un juego, porque propone algo que está a mitad de camino entre lo que formulan las páginas y lo que el lector concibe, si se acoge a las reglas de las vacaciones, de encontrar ese instante de asueto entre el minuto de ayer y el de hoy, en esa eternidad.

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