VIAJES POR EL SCRIPTORIUM



Escrito por Paul Auster
Traducido por Benito Gómez Ibáñez
Publicado por Editorial Anagrama
Dirigido a grandes lectores
Novela

     Viajes por el Scriptorium había reposado por mucho tiempo en mi mesa de noche, pero no fue sino hasta que leí El país de las últimas cosas que me animé finalmente a cogerlo. Debo decir, antes de continuar, que el encuentro fue anticlimático. Donde El país de las últimas cosas triunfó, Viajes por el scriptorium falló.  

     Esta pequeña novela de Asuter comienza con la descripción de un anciano, Míster Blank, que está en lo que parece ser un geriátrico, con la diferencia que cada uno de sus pasos está siendo registrado por una cámara y un micrófono. No es lo único extraño, cada uno de los objetos de la habitación está rotulado, y Míster Blank, no recuerda qué hace ahí ni quién es él. Este comienzo es atractivo, enigmático, invita a profundizar, a seguir el informe que el autor nos entrega. Como mi lectura de El país de las últimas cosas era muy reciente, me emocioné al encontrar referencias interesantes, datos geográficos y descripciones que se me hicieron familiares, incluso llegué a pensar que se trataba de una continuación. Esta idea se reforzó cuando me encontré con los nombres de Anna Blume y Samuel Farr. Sin embargo, pronto tuve que hacerme a abandonar mi idea original para conformarme con otra más pueril y simple, con un recurso similar al de Alicia en el país de las maravillas, ya gastado y reciclado infinidad de veces, y abordado de manera igualmente poco original. De hecho, el final es presentado de forma abrupta y apresurada, como si Auster se hubiera cansado de repente de su idea, y antes que terminarla hubiese decidido abortarla.

     Ideas y ejecuciones similares existen a lo largo de la literatura, con igual o peores resultados. De hecho, las referencias a otros personajes y situaciones de Auster deben abundar, pero no son realmente relevantes para entender la obra, que de seguro abunda en otras autoreferencias.

     Viajes por el scriptorium inicia como una promesa, pero se trata de una promesa incumplida, una obra metaficcional que termina sin mayor interés de una forma abrupta, dejando al lector suspendido en medio de un viaje que se le había prometido enigmático y que terminó siendo aburrido, asistiendo a una suerte de onanismo por parte de Auster. Una novela que bien pudo haberse quedado en el scriptorium.

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