MAMÁ TE QUIERO



Escritos por Benoit Marchon
Ilustrados por Soledad Bravi
Sin datos de traducción
Publicados por Océano Travesía
Recomendado para bebés
Libro ilustrado

     Reseño poco libros para bebés, porque pocas veces encuentro propuestas realmente atractivas para ellos, que se salgan de lo convencional. Reseño pocos libros para bebés porque en muchos casos el mercado satura las publicaciones de colores chillones y apuestas educativas para ir al baño, sonarse los mocos o comportarse con los ancianos que van lento. Por fortuna no es el caso.

     Aceptemos que el título es un cliché, aunque tampoco podría llamarse de otra manera. Llegamos a Mamá te quiero porque Silvia, promotora de lectura y dueña de El globo, nos lo puso en las narices y nos obligó a adquirirlo. El producto como tal es atractivo a más no poder. Se trata de un estuche con cinco pequeños tomos, de 14 páginas cada uno, hechos en cartoné, de ese material con el que están hechos los libros que han de durar en manos de los niños. Los libros avanzan, completando la frase Mamá te quiero, desde nada de nada hasta apasionadamente, y cada uno de ellos está compuesto por frases en primera persona que determinan lo que no le gusta a la pequeña coneja de su madre en cada una de las graduaciones de sus sentimientos. Así, en Mamá te quiero nada de nada (convenientemente encuadernado con portada negras), se pueden encontrar frases como “cuando me regañas” o “cuando apagas la luz del pasillo”; en tanto, en Mamá te quiero mucho (encuadernado con portada amarilla), se pueden encontrar frases como “cuando me cantas canciones” o “cuando hueles a perfume”.

     Uno de los aspectos más interesantes de este estuche es que pone el acento de la llamada educación emocional dentro de la familia (no importe esta como se conforme), aunque no lo hace de manera explícita. Recientemente, el periódico El País de España, publicó un artículo que refleja las grandes dificultades que afecta a la juventud hoy en día, su incapacidad de enfrentar el mundo adulto. El artículo en cuestión contaba que Gran Bretaña asumiría en el último curso de la secundaria clases para que los adolescentes pudieran asumir la vida doméstica (https://smoda.elpais.com/moda/actualidad/el-gobierno-britanico-ensenara-a-los-adolescentes-cada-cuanto-tiempo-hay-que-cambiar-las-sabanas/?ssm=TW_CM), incluyendo aspectos tan gregarios como el tiempo para saber cuánto hay que esperar para cambiar sabanas o cómo cocinar una comida completa. El asunto no es baladí, puesto que, de nuevo, pone el acento en la escuela de aspectos que corresponden a las familias.

     Corresponde a las familias educar en el amor, por ejemplo. Los niños pequeños no aman, si nos ateneos a Freud y a la psicología del desarrollo, es algo que aprenden de los adultos que le rodean. Los adultos pueden enseñar que el amor es una moneda de cambio (te amo si me das…) o es un sentimiento valioso. Los niños pequeños no saben lo que es el amor, aprenden del amor y su significado a medida que se relacionan con su entorno, relación que en principio está mediada por la familia. El colegio, el colegio llegas después, y, por supuesto, tiene un papel importante dentro del proceso, pero el acento principal está en la familia, no debe desplazarse de la familia.

     Mamá te quiero nos recuerda a los adultos que el amor es uno solo sino que está compuesto por matices, ya los pequeños que se trata de un sentimiento complejo que tiene muchas capas y puede estar compuesto de muchos momentos, ayudándolos de paso, a identificar momentos en que ese sentimiento puede ser más fuerte. Está hecho en cartoné, porque la relación con los libros es una relación que también se aprende, y cuando son bebés todo se aprende por la boca, los libros son juguetes como cualquier otro objeto, y son caballos, y son aviones, y son casas, hogares donde se aprende a querer.           

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