Escrito
por José Emilio Pacheco
Publicado
por Tecnológico de Monterrey
Recomendado
para jóvenes lectores
Cuento
– Literatura mexicana
Hace poco
más de cinco años una antigua alumna, María Paula Rojas, me entregó este pequeño
volumen. No recuerdo si me dijo algo en particular acerca de él, lo que
recuerdo es que me trajo este pequeño volumen. Por cosas del destino y de las
listas pendientes, Las batallas en el desierto fueron quedándose
relegadas, siendo desplazadas por mil y un pendientes de lectura. Al menos
hasta ahora. Siento muchísimo, de alguna forma, apenas leerlo ahora.
Las
batallas en el desierto es un libro sobre muchas cosas. Es un libro que
trata sobre el descubrimiento y perdida
del primer amor. Es también un libro acerca del proceso de cambio que va
sufriendo México, pues como telón de fondo se encuentra el gobierno de Miguel
Alemán, y el “blanqueamiento” de los mexicanos. Por lo tanto también es un
libro sobre el esnobismo y clasismo, que más que mexicano es un problema que
atañe a Latinoamérica entera. Con todo, en contraste con nuestra época, aún
había esperanza. Así, Carlitos, el narrador protagonista dirá respecto al
momento histórico,
El
símbolo sombrío de nuestro tiempo es el hongo atómico. Sin embargo había esperanza.
Nuestros libros de texto afirmaban: Visto en el mapa México tiene forma de cornucopia
o cuerno de la abundancia. Para el impensable año dos mil se auguraba -sin
especificar cómo íbamos a lograrlo- un porvenir de plenitud y bienestar universales.
Ciudades limpias, sin injusticia, sin pobres, sin violencia, sin congestiones,
sin basura. Para cada familia una casa ultramoderna y aerodinámica (palabras de
la época). A nadie le faltaría nada. Las máquinas harían todo el trabajo.
Calles repletas de árboles y fuentes,
cruzadas por vehículos sin humo ni estruendo ni posibilidad de colisiones. El
paraíso en la tierra. La utopía al fin conquistada. (p. 11)
Es en este contexto de
modernización, que Carlitos, quien ni siquiera ha sentido el placer de su
propia mano, se enamora por primera vez de una forma imposible: la madre de su
mejor amigo.
El resultado es un libro pleno de
ternura e inocencia, que devela mucho de ese México [inserte aquí el nombre de
cualquier país latinoamericano] clasista y arribista, el enemigo por excelencia
de sí mismo. De paso, desenmascara el conservadurismo, el papel de la
psiquiatría y la iglesia como caras opuestas de una misma maquinaria opresora
que busca la etiqueta, la culpa y la solución, antes que entender a las
personas.
Como elemento adicional para el
lector contemporáneo y lleno de afanes, está que se trata de un libro
extremadamente corto, pleno de humor y elementos cotidianos, que lo hacen
sencillo de leer, sencillo de consumir, casi como una manzana, pero más parecida
a la de la madrastra de Blancanieves que a la que se puede recoger al pie del
árbol.
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