ADVERTENCIA: Este va a
ser un post largo. Así que si estás
buscando algo ligero y rápido de leer quizá este no sea el post o el momento adecuados.
1. Del estado de los blogs en general.
Lecturas para todos comenzó
hace un poco más de diez años con la intención de ofrecer una bitácora de
lectura a aquellos que no supieran que leer y necesitaran recomendaciones sobre
libros. Así mismo las reseñas se acompañaron con reflexiones acerca de la
lectura y las problemáticas que ella ha entrañado a través de los años. En
aquel momento, 2009, los blogs aún estaban en furor y tenían cierto prestigio.
Incluso, en algún momento merecí que Beatriz Helena Robledo hiciera mención del
blog en su texto Panorama del libro
infantil y juvenil en Colombia 2011 – 2012, incluido en Anuario Iberoamericano sobre el Libro Infantil y Juvenil 2013. Con el tiempo, sin embargo, el prestigio de
los blogs ha ido decayendo, pues el lugar que antes tenían ha sido ocupado por
youtube, como medio audiovisual por excelencia. Así, los antiguos bloggers literarios se vieron
desplazados por los booktubers, una
fauna de lo más variopinta que muestra un entusiasmo exacerbado por libros y
autores, y que parecen tener una noción estereotipada de lo que es un niño y un
adolescente. Un elemento adicional se
presentó con los booktubers, y es que
el acento pasó de los libros a los mediadores.
El
ocaso de los bloggers ha sido cada
vez más evidente, sobre todo en el campo literario. El diálogo y el análisis
sobre libros fueron desplazados por grititos histéricos y la aparición de tags y unboxing y tops. Por
supuesto, las editoriales, hábiles en monetizar modas hicieron de los booktubers sus representantes y muchos
de ellos publicaron sus libros y vieron acrecentados sus números de likes y de visitas. No quiero ser
injusto, aunque el medio audiovisual no es de mi preferencia, hay booktubers de todo tipo y nivel aunque
la puesta en escena más popular sea tipo stand
up comedy.
Muchos
de los antiguos bloggers abrieron
canales de youtube y muy de cuando en
vez han vuelto a escribir. Muchos de ellos también, son muy populares, pero en
el caso de los medios audiovisuales hay que recordar que no siempre calidad y
popularidad van tomados de la mano. En este orden de ideas, hay que recordar a
Jim Trelease cuando en el Manual de lectura en voz alta menciona que los
programas de televisión más populares suelen ser los que están dirigidos a todo
público, y, precisamente, por ello, su nivel de complejidad, tanto argumental
como lingüística, son claramente inferiores que aquellos que se dirigen a
segmentos más especializados. Ha de recordarse que la escritura incluye un
nivel de reflexión más profundo que la oralidad, pues obliga a organizar las
ideas, los pensamientos.
Sin
embargo, no podemos odiar a los booktubers,
pues ellos son hijos directos de los promotores de lectura.
2. De la promoción de lectura.
Hace
poco Elizabeth, mi esposa, me ha preguntado si extrañaba dar conferencias y
charlas sobre promoción de lectura. Le he respondido que los elementos
relevantes de la promoción de lectura son de sobra conocidos y ello nos llevó a
una larga conversación acerca de lo indispensable y lo accesorio.
En
Colombia se ha trabajado la promoción de lectura desde hace muchísimos años, y
el programa más exitoso ha sido el Plan Nacional de Lectura y Bibliotecas, que
ahora se denomina Plan Nacional de Lectura y Escritura. Dicho plan consistió en
sus inicios (no estoy muy enterado de qué pretende ahora) en llevar a cabo una
idea muy simple: acercar los libros a las personas. Así, se han montado y
dotado una cantidad enorme de bibliotecas a lo largo y ancho del país, con una
gran diversidad de libros y autores e intentando acomodar las diversas
colecciones a las idiosincrasias propias de cada región.
Cuando
nació el llamado PNLB, por allá en el 2002, el promedio de lectura de libros
por persona era de 1.6, en tanto en el 2018 la cifra fue de 2.9, de acuerdo con
el periódico El Tiempo (2018). En
contraste, el periódico El Espectador (2018), da una cifra más optimista: 5.1
libros por año. Por supuesto, no se puede obviar la existencia de una enorme
cantidad de proyectos y trabajos alrededor de la lectura, en general, y del
libro, en particular. Sin embargo, el gran cambio ha sido sencillo y
espectacular, acercar los libros a las personas. El resto es performance.
Es
claro, también, que faltan muchísimas cosas por implementar y trabajar
alrededor de este plan. Uno de los elementos más relevantes es que haya una
elección de personas idóneas como bibliotecarias y que deje de ser un cargo, en
muchos casos, meramente político o un hueco por llenar. Cuando trabajé con el
ministerio y Fundalectura, y luego con el CERLALC, me di cuenta de cosas
terribles que pasaban alrededor de estos cargos y con quienes los ejercían. Se
hace muy necesario que haya una legislación clara acerca de los bibliotecarios
y su estabilidad. Y si en los municipios no es claro en muchos casos lo que
sucede con las inversiones gubernamentales en los colegios mucho menos.
Con
todo, gran parte de ese aumento en número de lectores, tiene que ver con el simple
hecho de que se buscó acercar los libros a las personas. Eso es todo lo que se
necesita saber sobre promoción y mediación. En este orden de ideas, la labor
del promotor y mediador consiste simplemente en lograr que el libro correcto
esté con la persona correcta, y este es un proceso
que no necesariamente se encuentra mediado por el placer.
El
gran pecado de la promoción de lectura, el pecado que engendró a los booktubers, consistió en centrar la
promoción y mediación de lectura en el placer. La construcción de un hábito no
necesariamente es placentera. Un deportista lo sabe. Quien práctica un deporte
a nivel profesional o aficionado, tuvo que dejar atrás muchas cosas que quería
hacer, como dormir más o ver más televisión o quedarse bebiendo hasta tarde.
Todo ello en función de un interés mayor, el deporte. La construcción de un
hábito es un proceso, en
muchos casos largo, que no tiene que ver con aquellos míticos 21 días que se
difunden por internet. La promoción de
lectura equiparó lectura y placer cuando hay libros que no resisten ese
paralelismo. Un lector que haya disfrutado Harry
Potter y Las crónicas de Narnia y
Orgullo y prejuicio, no puede saltar
directamente a leer Ulises o La casa de hojas. De hecho, un lector de
narrativa puede descubrir la frustración al enfrentarse a una obra de Stephen
Hawking, puesto que este autor exige otro tipo de vocabulario y competencias y
pasado lector. De la misma manera un lector de temas científicos puede
encontrar absolutamente desesperante una obra como El sonido y la furia.
En este orden de ideas, aspectos como la
ambientación y el juego y las actividades lúdicas son accesorios al principal
propósito en sí de la promoción y mediación de lectura, la construcción de un
hábito lector. Construcción que se realiza a través de procesos y no de actos.
Por eso, la promoción y la mediación de lectura involucran a la sociedad
entera. A los padres, porque deben
entender que no siempre el libro más barato es el mejor para sus hijos (he oído
a padres diciendo a su hijo menor a diez años que no puede elegir un libro que
cueste más de $20000), que deben
darle un lugar a la biblioteca pública en sus salidas rutinarias, que deben estar al tanto de lo que
leen sus hijos en el colegio, que deben
dar ejemplo constante de lo que ellos están pidiendo. Sobre este último punto
ha de ser claro que un padre lector no engendra per se un hijo lector (de haber tenido un hijo estoy seguro que
habría sido contador- queda a discusión que un contador también puede tener
gusto por la lectura-). Al gobierno, con la construcción de políticas
orientadas hacia la lectura y la escritura (políticas que incluyan
presupuestos). A los docentes, que presenten y trabajen con libros que ellos
mismos amen, y que estén dispuestos a transigir y a flexibilizar sus mismas
planeaciones cuando ello sea necesario. A las editoriales, que se arriesguen a
editar libros de calidad y no se vayan siempre por la apuesta segura (¿Cuántos
clones bastardos no existen de Crepúsculo?), por la producción en masa. A los libreros,
que al menos sepan qué es lo que venden. Y aun así, nada de todo esto podrá ser
suficiente.
He resaltado dos términos en este último
aparte: proceso y deber. Del primero he de decir algo obvio, el hábito lector
no se construye de un día a otro, ni en una semana, es un reto permanente sobre
el que se debe trabajar de manera constante. Por otro lado, es importante decir
que todo acto de promoción de lectura es necesariamente un acto de afecto. Si
el afecto no media la promoción de lectura, no hay mucho que se pueda hacer. Hay
que tener afecto tanto por aquello que se media (el libro) como hacia quien se
media (el lector en formación). Si el afecto no está presente la promoción de
lectura está condenada al fracaso, no importa la ambientación o las actividades
lúdicas o la tecnología que se encuentre de por medio.
Sin embargo, el afecto no es suficiente. Un
promotor de lectura tiene una serie de deberes en el desarrollo de su propio
proceso lector. Sí, deberes. Así, por ejemplo, una lectura en voz alta debe ser
preparada de antemano, el libro mínimamente conocido, manipulado. El promotor
de lectura ha de estar al tanto de la actualidad editorial. Conozco promotores
que siguen leyendo Vamos a cazar un oso,
no ya porque sea efectivo siempre, sino porque su universo lector de referencia
no ha crecido con el tiempo. Por otro lado, una de las lecturas más importantes
que se debe poder hacer es la del auditorio. No todo libro funciona con todos
los auditorios. No todos los temas funcionan con todos los auditorios. El
promotor debe saber de editoriales, de autores e ilustradores, y estas
referencias deben estar en constante expansión. Esto aplica sobre todo a
quienes se relacionan con adolescentes, que cada día se enfrentan a aquesta u
otra saga en expansión, cuando no con los fanfics
correspondientes. Como cualquier otro oficio o profesión, el promotor de
lectura tiene la necesidad, debe, mantenerse actualizado y ser creativo. Por
último, debe investigar. Una de los elementos que estanca un poco la promoción
de lectura, es que está llena de anécdotas, de muchas experiencias que no
siguen procesos de investigación. Al depender tanto del auditorio, muchas de las
experiencias no se consideran extrapolables, y aunque sí se registran no se
hace de forma rigurosa.
Me quedo corto, por supuesto, y algunos
elementos mencionados merecen consideraciones más detalladas. Empero, a medida
que pase el tiempo iré desarrollando una u otra si es necesario, si hay
preguntas o discusiones al respecto, si mi interés me lleva sobre esos lares.
Referencias
Trelease,
J. (2004) Manual de la lectura en voz
alta. Bogotá, Colombia: Fundalectura
El
Espectador (5 de abril de 2018) 5,1
libros es el promedio de libros leídos al año en Colombia. [En línea]
Recuperado el 9 de julio de 2019 de: https://www.elespectador.com/noticias/educacion/51-es-el-promedio-de-libros-leidos-al-ano-en-colombia-articulo-748377
El
Tiempo (5 de abril de 2018) En tres años
Colombia agregó un libro a su promedio de lectura. [En línea] Recuperado el
9 de julio de 2019 de: https://www.eltiempo.com/colombia/indice-de-lectura-en-colombia-en-2018-201864
Rey,
G. (2007). Para leer un país. [En
línea] Recuperado el 9 de julio de 2019 de: https://www.mineducacion.gov.co/1621/article-122248.html
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