Compilado por Robert M. Price
Traducido por Óscar Díaz García
Publicado por La factoría de ideas
Recomendado para jóvenes lectores
Compilación – horror cósmico – terror
A veces los
escritores se divierten. El problema con la diversión de los escritores es que
no todo el mundo entiende su sentido del humor. Para algunos hay humor en un
chiste lleno de estereotipos, para otros en correrle la silla a un amigo; hay
quienes se burlar de las minorías o aquellos menos capacitados y hay quienes se
ríen a costa de sus propias desgracias. Los escritores tienen sus propias
formas de humor, que por lo general suele estar tan cargada de referencias
internas y chistes privados que sólo una o dos personas lo entienden. No es un
alarde de prepotencia en todo caso, es sólo una forma extraña de ser felices,
una suerte de discapacidad social. Howard Phillips Lovecraft se inventó un
libro, y una gran parte de sus lectores sigue buscándolo. En alguna parte del
vacío del cosmos Lovecraft debe estar doblado de la risa. Hay quienes aún no le
encuentran el chiste al Necronomicón.
Al-Azif es el título árabe original de El Necronómicon, y hace referencia al
sonido enloquecedor de los insectos en el invierno. Se supone que el libro fue
escrito por el árabe loco de Dámasco, Abdul Alhazred, y es un compendio de relatos
y formulas máquinas para invocar y acceder al conocimiento de los Antiguos
Primigenios, una suerte de deidades antiguas que existieron en el universo
mucho antes de la mismísima creación, y en algún momento se enseñorearon de la
Tierra. Seamos claros, El Necronomicón no existió nunca, pero funcionó como
columna vertebral para los relatos de Lovecraft y aquellos que se acogieron a
escribir Los mitos de Cthulu. Incluso
en algunos momentos es poco más que un Deus
ex machina en este tipo de relatos. Sin embargo, de acuerdo con Robert M.
Price, “L. Sprague de Camp, biógrafo de Loveraft y Robert E. Howard, viajero
infatigable, escritor y erudito, tomó parte en el primero de estos tomos
burlones, el al-Azif, publicado por
Owlswick en 1973” (p. 178). Así empezaría toda una serie de publicaciones que,
siguiendo la estructura de los fragmentos que se encentraban dispersos en
varios relatos, articulaban un relato que pretendía ser El Necronomicón. Los resultados, por supuesto, fueron desiguales.
Este volumen titulado
El Necronomicón, presentado de forma
imprecisa como autoría de Lovecraft (sólo uno de los textos presentados es de
su autoría) es una antología de 9 relatos protagonizados por el libro maldito; 5
versiones diferentes del mismo, siendo la más divertida la versión de Lin
Carter, que pretende ser la traducción de Dee; por último termina con una serie
de comentarios, donde se encuentra la historia del libro, en autoría de
Lovecraft; una biografía de Abdul Alhazred; y un estudio crítico de Robert M.
Price, donde El Necronomicón es
estudiado con todo el rigor que cabe convenir a un corpus mitológico (Robert M.
Price debió haberse destortillado de la risa al escribirlo, aunque hay que
recordar que se trata de esa extraña y demente risa que profieren los
escritores, sobre todo los de fantasía).
Para los
amantes del mundo de Lovecraft este es un volumen importante, puesto que
despeja muchas dudas respecto a la historiografía del libro y cómo llegó a
aparecer incluso en la sección de esoterismo de algunas librerías. Para el
lector común es una buena forma de arrancar con el mundo de Los mitos de Cthulu sin necesidad de
irse a buscar libros vetustos en las universidades de Miskatonic o Harvard o
querer invocar a los primigenios a través de signos sin sentido que provienen
de los antediluvianos.
Leído.
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