EL ESPÍRITU DE LA CIENCIA FICCIÓN



Escrito por Roberto Bolaño
Publicado por Editorial Alfaguara
Recomendado para Grandes lectores
Novela

     Roberto Bolaño no es un lector fácil. En apariencia lo es. Fácil. Incluso aburrido. Monótono.  El lector no sabe que no sabe. Un ejemplo de ellos es Los detectives salvajes, donde se lee acerca de un par de poetas vendedores de marihuana que se meten en un montón de líos y donde hay un buen número de diálogos, a cual más desternillante que el anterior, pero que a medida que vas leyendo te das cuenta de que hay algo que se te escapa, algo que no puedes así del todo.  Hace mucho tiempo que leí Los detectives salvajes y salí con vida de la experiencia. Lo gracioso del asunto es que no supe, aún no sé del todo, con qué suerte conté para salir con vida. Los detectives salvajes no tenía que ver con la marihuana, que tenía todo que ver, ni con las caminatas, ni con los primeros amores, sino con la tristeza y la poesía, sobre todo con la historia de la poesía latinoamericana. Bolaño ser burlaba de todos y de todo  y yo, ignorante, no había cogido el chiste. Sólo después vine a darme cuenta de la enorme cantidad de enciclopedia que me hacía falta, que aún me hace falta, para entender a Bolaño.   Nombres y situaciones que creía inventados, resultaron después reflejos ficcionales, cuando no meras trascripciones de hechos cuya importancia capital no he podido aun entender del todo. Sí, trataba sobre México y la poesía, y sobre todo de la tristeza y la soledad de los poetas latinoamericanos.  Pero divago, aunque no me molesta en este caso, porque el mismo Bolaño acostumbraba a divagar. En El espíritu de la ciencia ficción Bolaño divaga.

     Si nos atenemos a las referencias académicas, El espíritu de la ciencia ficción es una novela de crecimiento que narra la historia de dos o tres personajes en la ciudad de México. Personajes que a.) escriben poesía, b.) escriben, al menos uno lo hace, cartas a escritores reconocidos de la ciencia ficción, c.) se enamoran, tienen sexo y vagan por la ciudad, d.) buscan resolver un misterio. Además, narra –sin venir a cuento a qué- la historia de una Universidad desconocida, capital en la obra de Bolaño, tomada en apariencia de la obra de Alfred Bester, pero que ya en la segunda parte de la novela se desvanece sin mayores consecuencias en el relato. 

     El hilo narrativo es caótico y, con todo, en la segunda parte, que comienza en la página 141, el relato finalmente agarra de alguna manera al lector. De alguna manera no comienzan a importar los personajes, y comenzamos a sentir que hay algo del relato que podemos asir.

      Divago.  Converso con una académica de la Universidad del Valle acerca de la necesidad de latinoamericana de desarrollar una literatura fantástica y de ciencia ficción propia que es, para mí, una forma de construir futuro. ¿Acaso, me pregunta ella, todas las literaturas necesitan seguir los mismos caminos?

     En la segunda parte de El espíritu de la ciencia ficción los protagonistas andan en busca –los personajes de Bolaño siempre parecen ir en busca de algo o escapando de algo, acaso de lo mismo que buscaban- de las razones de una extraña proliferación de revistas y clubes de poesía en la que algunos de ellos ven el síntoma de una revolución. Empero, al encontrarse con un burócrata del mundo cultural mexicano, el lector atisba otra cosa. Para el burócrata, el docto Carvajal, quienes hacen esas revistas son

- Víctimas –aunque sonreía su voz sonó terrible-. Actores inconscientes de algo que con toda seguridad yo no veré. O tal vez ni siquiera eso: una combinación del azar carente de significado. En los Estados Unidos les está dando por el video, tengo buenos datos. En Londres los adolescentes juegan durante algunos meses a ser estrellas de la canción. Y no pasa nada, por supuesto. Aquí, como era de esperar, buscamos la droga o el hobby más barato y más patético: la poesía, las revistas de poesía; qué le vamos a hacer, no en balde esta es la patria de Cantinflas y Agustín Lara (p. 165)

Bolaño es brutal en este aparte, crítico y mordaz, más aun teniendo en cuenta que se trata de una obra de juventud, rescatada después de su muerte de los cajones, cualquiera que fuesen, donde él había enterrado una parte importante de su obra al considerarla poco digna. Luego, sin embargo, uno de los protagonistas  dirá,

Estuve a punto de decirle que lo que estaba afirmando me parecía incorrecto: la poesía era para mí en aquellos años, y tal vez aún hoy, la disciplina literaria con mayores logros en América Latina. (…) La poesía de nuestros países era un motivo de orgullo, tal vez el principal, de aquel joven turco que una vez a la semana se apoderaba de mí. (p. 165)    

     Las literaturas no siguen los mismos caminos, pero bajo diferentes formas pueden llegar a las mismas conclusiones. No en vano, Bolaño parece relacionar la juventud con la poesía, e históricamente se sigue relacionando a la ciencia ficción con la poesía, con un momento en que los sueños aún no se rompen, o desde el principio se alucinan rotos desde el principio.

     Por supuesto, hay otras aristas, otras orillas, una mayor enciclopedia desde donde se pueda agarrar esta obra, analizarla, desmenuzarla; para mí, empero, sólo encontrarme con este contraste merece la pena su lectura.  

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