IRENE Y LOS CLOCHARDS

Escrito e ilustrado por Florent Ruppert y Jérôme Mulot

Traducido por Salomé Cohen Monroy y Fernando Ramírez Gómez

Publicado por Cohete cómics

Recomendado para Grandes lectores

Novela gráfica – narración gráfica

     Irene y los clochards no es una narración gráfica convencional. No lo es de ninguna manera que pueda anticiparse. Comencemos por los gráficos. Son minimalistas. La cabeza de Irene es un ovalo en medio del cual hay una V; los trazos son delgados, temblorosos, entrecortados. Las escenas son económicas, incluso reiterativas. En todo el cómic impera un gran silencio.

     Irene es una mujer que quiere aparecer en un cómic, entrevistar a clochards, y se quiere suicidar. De hecho, las ideas suicidas son constantes y perturbadoras a lo largo del relato; los clochards vienen y se van, y, bueno, es un cómic. Así que de alguna manera Irene obtiene lo que quiere. Sin embargo, debemos tener en cuenta que es una narración gráfica francés, por tanto no es precisamente un relato fluido. Al contrario, es un relato con afán de trascendencia. En lo personal todavía no sé si lo consigo.

     Irene camina con un sable por todas partes. Tiene ideas homicidas de forma constante. Respira rabia, una ira infinita que la aleja de la única persona que parece haberla querido y que la deja espantada. Su rabia aumenta, sus ideas homicidas aumentan, y aun así la entendemos, podemos sentirnos identificados con ella.

     Irene tiene cáncer. No sabe muy bien que quiere. Fantasea con haberse quitado un seno porque ha querido ser una amazona, como una amazona. Es una persona triste.

     Irene y los clochard es una historia de decrecimiento, de pérdida, de melancolía extrema, de depresión, olvido y rabia. Es una narración gráfica confusa –hay un momento reiterativo que da cuenta de lo que implica una obsesión- y muy cargada a nivel simbólico. Es una historia que no se puede/ debe leer en un día de lluvia.   

   

     No es una historia para quienes esperan la redención o ver una luz al final del túnel. No es una historia norteamericana. Es una historia francesa.