Texto y voz de Diana Uribe
Ilustrado por Gastón Hauviller
Publicado por Editorial Sudamericana
Recomendado para los pequeños
Audiolibro – mitos – narración - libro informativo
Hubo un tiempo en que quise ser narrador
oral escénico, de acuerdo a la concepción de lo que entendía por escuela cubana
de narración (entre mis pecados también estuvo el de organizar desfiles de
modas). Así que me dediqué a ello con fiereza. Elegí uno de Michael Ende, algo
de Pratchett, e incluso me atreví con Lester del Rey. Creí que podía ser bueno.
No a la manera de un Nicolás Buenaventura, pero creí poder ser cautivador.
Entonces hube de ir a Puerto Pizario, una comunidad Wounaan a la ribera del río
San Juan y mi sueño se esfumó. Un indígena Wounaan contó a la orilla del río,
recostado contra el marco de la puerta, la leyenda de El Riviel y yo padecí
cada palabra sin asomarme del todo a ver el río o a mí alrededor. El hombre no
se movía, solo contaba, dibujaba con su voz todo lo que sucedía mientras casi
sin querer, casi a pesar de sí mismo. Sus manos estaban quieta, su cuerpo no se
movía, pero su voz invocó la historia y esa noche casi no pude pegar el ojo.
Había elementos atenuantes, por supuesto, estaba la oscuridad y la maravilla de
lo que, para mí, era nuevo, y el millón de estrellas en el cielo y el canto de
las ranas. No recuerdo mucho de la historia –fue hace mucho tiempo-, pero sí
recuerdo el miedo y la magia de la voz y que tuve la certeza de estar leyendo
para el lado equivocado, que no importaba quien contara el cuento, sino el
cuento en sí mismo. Ya lo había dicho King, y no en vano.
Ha pasado mucho tiempo, pero la voz de
Diana Uribe me recuerda lo mismo, lo mismo que aprendí esa noche, lo mismo que
había dicho King. Importa el cuento, no quien lo cuenta. Importa el cuento, no
la técnica. Importa el cuento. La vuelta
al mundo en 25 mitos no pretende ser más que eso, la narración de un
conjunto de mitos procedentes de diversos puntos alrededor del mundo, con un
especial énfasis en mitos del continente americano.
Escuchar a Uribe es una experiencia
maravillosa, porque no pretende ser una erudita, no reflexiona de forma
innecesaria sobre los relatos, ni exige de quien escucha un conocimiento
excesivo. Así, comienza contextualizando al lector, relata la historia, que a veces
es muy corta, y, de ser necesario, retoma algún punto. La duración de los
relatos se encuentra alrededor de los cinco minutos, tiempo que en verdad no se
siente.
Sin embargo no todo es una fortaleza en
esta publicación, que no termina de tomar una forma editorial. El protagonista
de la edición es, sin duda alguna, los relatos contados por Uribe. Sin embargo,
desconozco la razón, existen diversos efectos sonoros –sonidos de agua, voces
de fondo, el crepitar del fuego, el canto de los pájaros o el válido de las
ovejas- que en definitiva son innecesarios. La voz de Uribe no necesita efectos
especiales. Así mismo, la publicación del texto impreso parece ser innecesaria,
sobrar, una excrecencia extraña –no por la información o por la delicadeza de
los trazos de Hauviller- que parece deberse a la necesidad editorial de tener
un producto libro para ofrecer, que no se atreve a ser un audiolibro sin
mayores aditamentos. ¿Qué pretenden que hagamos con el libro?, ¿leerlo mientras
escuchamos a Uribe?, ¿antes?, ¿después? Lo peor es que el libro como tal
resulta ser innecesario, una parte de la información es mencionada por Uribe,
la otra no aporta gran cosa; las ilustraciones tampoco aportan gran cosa a lo
que ya nos dibuja Uribe con su voz. Así, termina siendo un extraño producto.
Con todo, a pesar del aditamento extraño, La vuelta al mundo en 25 mitos es un
conjunto de relatos que vale la pena tener, no sólo para sí mismo, sino para
compartir, ojalá en la noche, junto al fuego.
También lo leí e hice un comentario larguísimo, tanto que hasta estaba asombrada.
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