Escrito por Neil Gaiman
Ilustrado por Skottie Young
Traducido por Mónica Faerna
Publicado por Roca Editorial
Recomendado Para los pequeños
Cuento ilustrado – fantasía
El galáctico,
pirático y alienígena viaje de mi padre es una puerta abierta al delirio.
El relato es tan desopilante, que no hay una sola página que pierda el ritmo
desenfrenado, pero tampoco que pierda al lector. Este es un relato al estilo de
La aventuras del Barón Munchausen,
donde la lógica no encaja y aun así no se considera jamás una mentira.
El libro se centra en la historia de un
padre que hace hasta lo imposible por
llevarles una botella de leche a sus hijos para que estos puedan comer sus
cereales y él pueda tomar su té. En el camino, sin embargo, atraviesa una
abducción extraterrestre, un encuentro con los piratas, un rescate realizado
por un profesor Estegosaurio, un encuentro con una tribu misteriosa y otra vez
de vuelta a empezar. El non sense es
el protagonista más allá de padres, niños o botellas de leches (también hay
vampiros – ¿o fampiros?- y pirañas, se me olvidó nombrarlos).
Decepcionado por otro de sus libros
infantiles (El día de Chu, ilustrado por Adam Rex, e insulso hasta el insulto)
busqué una razón para la reconciliación, y la encontré en este pequeño volumen
que aguanta múltiples lecturas. De ser posible, lo compartiré pronto con algún grupo
de niños para saber cómo reaccionan.
Por otro lado, hay que mencionar que las
ilustraciones de Scottie Young, quien lo deja claro en la página, realiza un
excelente trabajo que mantiene el ritmo a la prosa desenfrenada de Gaiman, con
un tono algo desaliñado, y, por eso mismo, encantador. No importa aquí la
lógica – a la que se responde con la firme evidencia de la botella de leche-
sino la capacidad de hilar una tras otra las gotas de demencia que van a
apareciendo.
Creo que, si el hispanismo se me permite,
este cuento solo puede definirse de una forma: es una completa pasada.
Completamente apto para niños de 0 a 213 años de edad.
Hay que comprarlo.
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