Escrita
por Rafael Baena
Adaptada
a cómic por Óscar Pantoja
Ilustrada
por Juan Gaviria
Editada
por Rey Naranjo Editores
Novela
gráfica
Silvia apareció con una bolsa de regalo en
cuyo interior venía este volumen de Rey Naranjo. Durante mucho tiempo yo había
coqueteado con él en algunos estantes y me impresión se acercaba mucho a la
maravilla. Una novela gráfica, una novela gráfica adaptada de una obra
colombiana, una novela gráfica colombiana. Por supuesto, no se trataba de la
primera vez que tenía contacto con una narración gráfica colombiana. Ya había
leído Soldados (que es también la
adaptación de una obra literaria) y la magnífica, Los once, amén de conocer la obra de José Campo, entre otros
nombres ilustres de la narración gráfica colombiana. Quizá por esos
antecedentes me sorprendió tanto Tanta
sangre vista.
Comenzaré diciendo que no he leído la
novela original de Rafael Baena, así que es muy probable que falten elementos
para el análisis. Sin embargo, cualquier adaptación gráfica o audiovisual debe
poder defenderse por sí misma –uno de los grandes errores de Batman v Superman,
por ejemplo, es que dependen demasiado del material de los cómics para ser
entendida por un público que no posea todas las claves-, y Tanta sangre vista no constituye una excepción. Lo primero que se
encuentra el lector es una edición con dos caras opuestas; así, en lugar de
portada y contraportada se encuentra con dos puertas de entrada a la ficción,
una en donde impera el color amarillo, y otra en donde impera el color rojo. No
importa por donde se entre, las historias se complementan – en realidad es la
misma, la Guerra de los mil días-, de la misma manera que sucede en el libro de
Baena, donde los capítulos pares corresponden a una línea narrativa, en tanto
los impares corresponden a otra.
Un artificio narrativo que muchas veces
emplea la narración gráfica es la voz en off,
una narración en primera o tercera persona que suele aparecer en recuadros
pegados a cada viñeta. De alguna manera, en obras como The return of the Dark Night de Frank Miller, la narración en off permite construir un ritmo
narrativo. Para que esto ocurra, en contraste, debe emplearse el diálogo, que
le deje al lector diferenciar de manera adecuada los diversos personajes. Sin
embargo, en Tanta sangre vista esto
no funciona. De hecho, a nivel narrativo, la obra de Baena, Gaviria y Pantoja
se asemeja más en algunos momentos a un libro ilustrado que a una novela
gráfica. Las ilustraciones en muchos casos no realizan un aporte a la
narración, mientras se impone la narración en off y uno que otro dialogo, por lo general innecesario, o reducido
a su mínimo esplendor, un bocadillo que ni siquiera recibe respuesta.
Desde el concepto gráfico, los personajes
son también indiferenciados, pues imperan las siluetas, las imágenes panorámicas,
el abarrotamiento. Si en algunos momentos, el encontrarme con una adaptación a
narración gráfica o audiovisual me ha hecho buscar la obra original, en este
caso, el interés se reduce a un largo bostezo. Lo que una vez me lleva al mismo
dicho de los abuelos: Nunca juzgues a un libro por su portada.
Leído, pero no entendido.
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