Escrito
por: Edgard Rice Burroughs
Traducido
por: Francisca Trepat
Editado
por: Laertes S.A. de ediciones
Recomendado
para: Lectores en marcha
Novela de aventuras
Hubo una época antes de la ciencia ficción.
Hubo una época en que se escribía acerca de otros planetas o adelantos tecnológicos
y eso no era considerado ciencia ficción. En algunos casos, como el de Frankenstein, se le ha denominado
protociencia ficción, y en otros, como en la Serie marciana de Edgard Rice Burroughs,
se le ha denominado novela de aventuras. Hubo un tiempo donde escribir acerca
de otros planetas fue mucho más sencillo.
El
término science fiction fue empleado
por vez primera con éxito en la revista Amazing
Stories por Hugo Gernsback en 1926. De haber sido publicada 14 años después,
Una princesa de Marte habría sido considerada
como ciencia ficción, junto a tantas otras obras de características similares,
sin importar su poca verosimilitud científica. Sin embargo como novela de
aventuras puede ser considerada todo un paradigma.
En
1912 el mundo era más sencillo, las estrellas más brillantes y lejanas y Marte
una dulce promesa. Algún día, nos decíamos, algún día. En este primer volumen de
la Serie marciana, su protagonista, John Carter, narra su vida en la tierra y
luego, sin mediar mayor explicación, aparece en Marte intentando explicarse
todo lo que se encontraba alrededor, la ausencia de agua, los recorridos por
los canales, la geografía de un planeta en decadencia que obtenía su atmósfera
de una extraña maquinaria que funcionaba a través de una tecnología inaccesible
para los terráqueos. Por supuesto, la aventura no tardará en encontrarlo, y con
ella los marcianos y una hermosa mujer de piel roja y las disputas entre
naciones y monstruos que solo han sido monstruos porque han sido tratados con
crueldad y, por supuesto, el amor.
No
hay nada fingido en Una princesa de Marte,
nada artificial, solo narración pura, realizada para entretener, para cautivar
con personajes y criaturas extrañas a todo aquel que se sumergiera en sus
páginas. Sobra decir que lo logra, que la novela, terminada en punta, deja con
ganas de seguir con el siguiente tomo a la mayor brevedad posible, que el lector
quiere saber qué fue de John Carter, qué de la princesa de Marte, qué de ese
mundo que agoniza…
Cosas que se me quedaron en el tintero. Uno de los temas que atraviesa Una princesa de Marte es, sin lugar a dudas, el amor. Así se pueden encontrar perlas como esta:
"Y así, silenciosos los dos, paseamos por la superficie de un planeta moribundo, pero en el pecho de uno de nosotros, por lo menos, había nacido aquello que es siempre lo más viejo y, sin embargo, siempre nuevo: yo amaba a Dejah Thoris". (p. 102)
"Han transcurrido veinte años. Durante los diez, yo viví y combatí por Dejah Thoris y por su gente, y los otros diez los he pasado recordándola". (p. 105)
"Creo de verdad que el ascendiente de un hombre sobre las mujeres está en relación inversa a su destreza entre los demás hombres. Los debiluchos y los tontos tienen a menudogran habilidad para conquistar el sexo bello, mientras que el combatiente, que puede arrostrar mil peligros terribles sin el menor miedo, se oculta en las sombras como un niño temeroso, antes de hablar con una mujer". (p. 125)
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Cosas que se me quedaron en el tintero. Uno de los temas que atraviesa Una princesa de Marte es, sin lugar a dudas, el amor. Así se pueden encontrar perlas como esta:
"Y así, silenciosos los dos, paseamos por la superficie de un planeta moribundo, pero en el pecho de uno de nosotros, por lo menos, había nacido aquello que es siempre lo más viejo y, sin embargo, siempre nuevo: yo amaba a Dejah Thoris". (p. 102)
"Han transcurrido veinte años. Durante los diez, yo viví y combatí por Dejah Thoris y por su gente, y los otros diez los he pasado recordándola". (p. 105)
"Creo de verdad que el ascendiente de un hombre sobre las mujeres está en relación inversa a su destreza entre los demás hombres. Los debiluchos y los tontos tienen a menudogran habilidad para conquistar el sexo bello, mientras que el combatiente, que puede arrostrar mil peligros terribles sin el menor miedo, se oculta en las sombras como un niño temeroso, antes de hablar con una mujer". (p. 125)
La voy a buscar.
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