Escrito por: James S. A. Corey
Traducido por David Tejera Expósito
Publicado por Nova
Recomendado para jóvenes lectores
Ciencia ficción – novela
Literatura norteamericana
La
quema de Cíbola no es una novela más dentro de la serie de The Expanse. De hecho, cuando comienza
parece que nos encontraremos muy lejos del universo que hemos aprendido a amar;
lejos de la amada tripulación de la Rocinante.
Entendemos ahora el nombre de la serie. La
protomolécula ha abierto acceso a miles de mundos que la raza que le creó
alguna vez habitó. Mundos de donde fue desalojada por quién sabe qué. En uno de
esos planetas, al que un grupo de colonos impetuosos llega antes de que
cualquier regulación se alcé, se origina un conflicto, pues una empresa minera
ha llegado, con permisos de la ONU, para reclamar lo que consideran propio. Es,
de nuevo, las épocas de las fronteras, la época del Salvaje Oeste; un espacio
propio de la Space Opera. Por
supuesto, en medio de ese conflicto, que poco a poco va escalando, llega la
tripulación de la Rocinante pon el fin de poner orden. Y eso busca, y no lo
creemos, hasta que se nos recuerda que ese no es un planeta común y corriente,
más allá de sus extraños animales. Pronto, lo que era una difícil misión para
brindar algo de orden en la frontera, el límite más lejano de la civilización,
se vuelve una misión casi imposible cuando antiguos sistemas defensivos se
alcen y un viejo detective vuelva a aparecer.
La
quema de Cíbola es el cuarto volumen de la serie The Expanse, y aunque no es el más atractivo, si nos va a marcar el
talante de lo que se vendrá a continuación, pues la humanidad encuentra que los
límites que hasta el momento habían tenido se desvanecen para abrir la posibilidad
de un millar nuevo de mundos por colonizar. Lugares donde puede suceder
cualquier cosa. La novela en sí tiene un comienzo lento, pero también nos
revela la necesidad de personajes de relevo; este es un universo con
posibilidades infinitas, en donde los tripulantes de la Rocinante no podrán siempre salvar el día, pues de hacerlo se
convertirían en una caricatura de sí mismos. Más aún, cuando se sobreviene una
catástrofe política inmensa, más allá de lo que ellos solos podrían controlar,
a menos que estiraran la verosimilitud del relato hasta límites absurdos.
La
quema de Cíbola es, pues, un punto de inflexión muy interesante que abre
fronteras, busca evadir clichés, pero que también muestra que hasta los
personajes más amados pueden resultan cansinos en medio de un universo de
posibilidades infinitas.
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