Escrita
(¿?) por Homero
Traducida
por Luis Segalá y Estalella
Publicado
por Editorial Planeta
Recomendada
para grandes lectores
Mitología
– épica
Junto con La Biblia y La Odisea, la Ilíada es uno de los grandes textos
fundacionales en/de Occidente. Es, también, uno de esos textos de los que
podemos llegar a saber sin siquiera haberlo leído. Así, Érase una vez un reino asediado y defendido a causa de una mujer
(aunque a ella a duras penas se le nombra), teniendo, cada bando, cierto número
de dioses a su favor. Es, más que nada, la historia de un héroe, Aquiles,
conocido en esta versión como Aquileo, quien se encuentra ante la disyuntiva de
luchar y morir como héroe, o abandonar y vivir. Es también la historia de un
héroe despreciado, Aquileo, por su rey, Agamenón, lo que hace que Aquiles se sienta
agraviado y no ingrese prontamente a la batalla. También es la historia del
amor (nunca se menciona de que tipo, aunque los chismosos dicen muchas cosas)
entre Aquileo y Patroclo, de manera que tras la muerte del segundo, el primero
decida entrar en la batalla. Es también, la historia de cómo los hombres son
juguetes de los dioses y sus designios, escapando solo unos pocos de su mirada
(Áyax, Ayante en esta traducción, fue uno de los pocos héroes en el que los
dioses no fijaron su mirada). Respecto a los dioses, recuerdo una escena de la
película Furia de Titanes de 1981,
donde cuando Perseo cae. Herido o fatigado, no recuerdo bien, los dioses que
todo lo han estado viendo a través de un escenario, abandonan la escena, y
Zeus, cuando todos se han ido, levanta de nuevo al héroe, quien así puede
seguir entonces su camino.
Había leído con anterioridad la Ilíada, en algún momento entre los 18 y
los 22 años, y aunque tenía algunos pasajes muy vivos en mi cabeza, también me
encontré con esta relectura con algunas sorpresas. La primera de ellas, a la
que he ido aludiendo en el párrafo anterior, tiene que ver con los nombres. En
vano busqué el nombre de Áyax, y por varios cantos quedé confundido con el
nombre de Aquileo, pues no me terminaba de decidir si era, o no, el mismo
Aquiles. Por otro lado, una de mis más grandes sorpresas tuvo que ver con el
caballo de Troya, pues entre menos páginas me quedaban más me sentía estafado,
y aunque intuí en algún momento que la escena hacía parte de la historia de
Ulises (Odiseo en otras traducciones), no de la de Aquileo, me quedé pasmado
cuando finalicé el poema sin encontrar ninguna referencia a la más famosa de
las tretas de la Guerra de Troya. De hecho, aunque en el imaginario, propiciado
por las adaptaciones, el cine y las series de televisión, la Ilíada canta el asedio y caída de Troya,
en tanto la Odisea canta la búsqueda
de Ulises por regresar a Ítaca, lo cierto es que la Ilíada termina con los funerales de Héctor, estando Aquileo muy
vivo todavía. El final se convierte, en nuestra época, en un anticlímax,
debiendo necesitarse la Odisea para
terminar la historia.
No se puede terminar ninguna reseña,
ninguna observación acerca de la Ilíada, sin
mencionar el papel de los dioses en la guerra de Troya, pues ellos tejen los
destinos de los dioses. Empero, no hay personaje más filho da puta que el largovidente cronida, es decir Zeus, pues es
una criatura egocéntrica, narcisista, arrogante y llevada de su parecer todo el
tiempo, apuntalando su poder en las ventajas que tiene sobre los otros dioses.
Así pues, si los hombres somos juguetes en manos de los dioses, estos lo son a
su vez en las manos de Zeus.
Más
allá de todo, sin embargo, este es uno de los mitos fundacionales de nuestra
cultura, uno de los relatos que, al decir de Borges, hemos escrito y reescrito
una y otra vez, y lo seguiremos haciendo hasta la saciedad. De hecho,
tristemente, no solo la reescribimos, sino que la protagonizamos de forma
constante.
Leído.
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