Concebido
e ilustrado por Thé Tjong-Khing
Editado
por Ediciones Ekaré
Recomendado
para los pequeños
Álbum
– Narración gráfica
Hyeronimus Bosch, conocido también como El Bosco,
ha sido uno de los pintores más enigmáticos y atractivos en la historia del
arte. De su vida personal poco se conoce, y en lo personal aún no me explico cómo
no terminó en la hoguera. La obra de El Bosco se caracteriza por una profunda
trasgresión y una imaginación ilimitada, capaz de engendrar las más maravillosas bestias que haya visto
ojo alguno. Un cuadro de El Bosco puede tener tanta o más desenfreno e irracionalidad
que Alicia en el País de las Maravillas. Su misma narrativa es una poética del
desenfreno.
A menudo, arriba, en los paratextos, incluyo
el término de narración gráfica para englobar obras tan dispares como Sandman, Calvin & Hobbes o, precisamente este título. El término puede,
sin ningún problema incluir también pinturas como las de El Bosco. Quienes
tengan problema con este término, concepto si quieren, deben recordar que
muchas pinturas renacentistas tienen ángeles o santos con una pequeña frase que
sale de sus labios; también que las iglesias fueron concebidas como lienzos
para contar la historia de los mártires católicos, más aún la arquitectura
misma sirvió para tal fin, como puede observarse en los tímpanos de catedrales
como las de Nuestra Señora de París.
Hay narrativa en los cuadros de El Bosco,
ha incluso poesía en cada pincelada, en cada color elegido. Que sea una poesía lúgubre
y tenebrosa es ya otra cosa. De esa materia está tejido este libro de Thé
Tjong-Khing. Sin embargo, no podemos olvidar que se trata de un libro concebido
para el público infantil. Así, El Bosco.
La extraña historia de Hieronymus, el gorro, la mochila y la pelota narra
la historia de lo que acontece a un niño, verbigracia Hieronymus, quien un día
ve como cae su pelota y yendo tras ella termina en un extraño mundo donde nada
es lo que parece.
Thé no se limita a imitar el estilo de El
Bosco. Se apropia de él, toma sus rasgos más preponderantes y los emplea para
dar rienda a su relato, en donde el lector debe atender cada pequeño detalle,
porque solo así, a la décima visita a sus páginas, se percatará que el relato
había comenzado mucho antes de lo que se pensara. Tan y como sucede en una obra
de El Bosco.
Por otro lado, sin crear un producto
fórmula, un producto que sigue un esquema, Thé familiariza a los pequeños con
uno de los maestros de la pintura, sin necesidad de mitificarlo de manera
innecesaria. Para aquellos amantes del arte, El Bosco es una excusa para tener un libro infantil; para aquellos
amantes de la literatura infantil y juvenil es una buena excusa para acercarse
a un maestro de la pintura.
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