El castillo ambulante

Autor: Diana Wynne Jones

Editorial: Berenice

Recomendado para: Jóvenes lectores

Novela

El nacimiento de El castillo ambulante es un ejemplo de lo que pueden lograr los autores cuando escuchan a los otros, en este caso a los niños. La sugerencia del título proviene de un niño en edad escolar, a quien la autora se afana en agradecer en la dedicatoria del libro. El resultado es inmejorable.

Por supuesto había visto antes la película de Miyazaky, y no soñaba ni por asomo que estuviese basada en un libro. De hecho pensaba que se trataba de la exacerbada imaginación del director oriental. Pero no, se trata de una obra inglesa, que desafía como pocas los conceptos de magia, crecimiento e identidad.

El castillo ambulante tiene varias peculiaridades. En primer lugar su protagonista principal es una mujer, que durante la mayor parte de la narración es una anciana que se dedica antes que nada a limpiar. Limpia, alega, fisgonea, mete la pata y se yergue con orgullo y coraje. En segundo lugar cuestiona la lógica de los cuentos de hadas y de fantasía –Lo que nunca pudo hacer J. K. Rowling- desde el principio. Su protagonista está condenada al fracaso, no se ve bella y su contraparte masculina es un misterio completo, que ama a las arañas, es voluble, cobarde y caprichoso, que hace berrinches antes que emplear su fuerza. En absoluto se trata de un mago ejemplificante. No se trata de Dumbledore ni de Gandalf, sólo es Howl. En tercer lugar reivindica el valor de la brujería simple, aquella que es hecha con palabras, aquella que empleamos todos los días y que se halla al alcance de todos los mortales. Por último, es una historia de amor y crecimiento, donde el amor y el crecimiento son metaforizados antes que figurativizados. Durante toda la narración nos vemos inmersos en la historia de una busca personal y familiar, la búsqueda de un lugar por alguien que se siente destinado a la más gris de las vidas.

Con todos estos elementos, sin embargo, debe resaltarse la agilidad de la narración de esta autora que no le permite al autor un solo respiro. Los personajes están completamente vivos y su interacción es tan natural y dentro de marcos tan cotidianos que a veces olvidamos que se trata de una obra de fantasía y pensamos que se trata de una escena que podría encontrarse a la vuelta de la esquina.

Para quienes piensan que una vez vista la película, para qué leerse el libro, puedo decirles que se trata de textos diferentes. La obra de Miyazaki difiere en muchos aspectos del libro de Wynne Jones, de hecho a partir de la mitad del libro se trata de historias con énfasis y perspectivas diferentes.

En suma, una obra que se puede disfrutar en una o varias sentadas, que de seguro no desilusionará al lector.

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