De bibliotecas y bibliotecarios escolares


Recientemente acudí a una institución educativa para aspirar a la plaza de bibliotecario escolar en bachillerato, intentando olvidar por un instante que no soy bibliotecólogo sino amante de libros, en primer lugar, y promotor de lectura por formación, convicción y decisión. La recepción que tuve no fue la mejor, la psicóloga escolar expresó su duda ante mi capacitación y recorrido laboral (que incluye haber trabajado con los ministerios de educación y cultura, así como con entidades de promoción de lectura en la formación de bibliotecarios públicos y escolares), así que procedió a enumerar los deberes y obligaciones que se esperaba que cumpliera un bibliotecario escolar en la institución; a saber, catalogación, organización, limpieza de polvo, inventario, estar pendiente de los libros que llevan los usuarios y quienes se retrasan en la devolución de los libros, manufacturar los carnets cuando fuese necesario y una larga lista de otras actividades entre las que creo que se incluía preparación y servicio de tintos a los docentes y personal administrativo.   Por último se me aclaró que, al ser una institución educativa, lo último que se esperaría de mi sería que realizara promoción de lectura. En últimas me quedó claro era que necesitaban un oficinista.
Aunque todo mi discurso posterior se trató de la necesidad de entender que la promoción de lectura debe verse como un espacio que va mucho más allá de unas cuantas actividades desperdigadas a lo largo de un  período escolar y que abarca procesos que van desde la catalogación hasta la comunicación permanente con el usuario, debo decir, en honor a la verdad, que la plaza fue ocupada por otra persona. Ni más faltaba.
Este suceso me ha hecho interesarme de una manera mucho más activa en la situación de las bibliotecas y los bibliotecarios escolares, sus perfiles, sus expectativas y su misión. Así que, querido lector, con vuestra venia y colaboración esta semana la dedicaremos a las bibliotecas escolares y su lugar dentro de las instituciones educativas. Dudas, comentarios y anécdotas, serán bien recibidos. 

Comentarios

  1. Qué situación más deprimente. Por eso a usualmente prefiero hacer trabajo cultural por fuera de las instituciones educativas, la burocracia casi siempre está por encima de la educación y no deja hacer nada.

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  2. Lamentablemente es así. Los bibliotecarios escolares casi siempre están destinados a cuidar la ausencia de los maestros de grado y son utilizados como un COMODIN. Trabajé en una Escuela donde era siempre así… y además los maestros no se quedaban en la hora de biblioteca.

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  3. Daniela Sánchez4 de mayo de 2010, 15:48

    Como gran parte de nuestra sociedad, la escuela raramente sabe para que existe o de que se trata la biblioteca. Difícultosamente uno es quien debe explicar que es un recurso para la comunidad educativa y cómo debería utilizarse.
    Pero si nos dan algo de lugar es a fuerza de presión estatutaria y no por concebir realmente la idea de lo que estamos hablando. Creo que es un poco por la falta de cultura en el uso de la biblioteca en ellos mismos y otra por comodidad.
    Me ha pasado -por ejemplo-, que los docentes y/o directivos me consulten que se les puede leer a tales chicos, pero después cuando te ven leyendo algún libro en la biblioteca escuchar que dicen: "decile a la bibliotecaria que vaya o que haga tal cosa, total no está haciendo nada... o total tiene la hora libre (porque no tenés un grado)"!!

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