Como una novela


Autor: Daniel Pennac
Editorial: Norma / Círculo de lectores.
Recomendado para: promotores de lectura.

I
“Como una novela” fue publicada por vez primera en 1992 y desde ese momento se convirtió en un libro de consulta “obligatoria” en lo referente al tema de la lectura.
El libra analiza con detenimiento la relación de los padres con la lectura, con la escuela y con los hijos. A continuación se detiene en el papel del pedagogo (no del maestro ni del docente) en su relación con el libro (ese OVNI, esa mezcla de gato y lavadora) y con los lectores en formación para finalizar con, maravilla de maravillas, un decálogo del lector. Diez mandamientos precisos e impecables que establecen formas diferentes de relacionarse con la lectura.
El ensayo se deja leer así, como una novela, sin jerga alguna, con la fluidez de un diálogo en el pasillo de un colegio o en las sillas de un café. Pennac establece un contacto afable con el lector, donde no hay juicio alguno, sólo un intercambio de reflexiones y anécdotas.
II
La última parte de “Como una novela” está dedicada a los derechos del lector:
1.       El derecho a no leer.
2.       El derecho a saltarse páginas.
3.       El derecho a no terminar un libro.
4.       El derecho a releer.
5.       El derecho a leer cualquier cosa.
6.       El derecho al bovarismo.
7.       El derecho a leer en cualquier parte.
8.       El derecho a picotear.
9.       El derecho a leer en voz alta.
10.   El derecho a callarnos.
Es curioso que aunque la mayor parte de los docentes se encuentran de acuerdo con este decálogo también se ponen de acuerdo para “olvidar” el primero y el último de estos derechos en la relación con sus alumnos.
La aplicación de este decálogo en un aula de clases (digo en un aula porque la disposición de los usuarios de una biblioteca es diferente) es un interesante ejercicio de eso que se llamaría democracia, al plantear esa posibilidad de no leer o si se lee de no declarar nada sobre lo leído, de quedarse callado, en un muro de silencio y compartir con nadie eso que se ha disfrutado en soledad.


Comentarios

  1. Hola
    que bien...
    lo lei, y me he dado cuenta que los derechos del lector hay que inculcarlos, en nuestros estudiantes.
    gracias por recordarnoslos.

    Amparo

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  2. Del libro sólo conozco el catálogo...
    Lo que dices de aplicar la democracia para que los estudiantes lean o no sería algo de analizar en profundidad. Por ejemplo, en algunos contextos el no hacer que los estudiantes lean sería una forma de darse por vencido y dejarlos a la deriva en su pereza y saturación de información basura proveniente de los medios de comunicación. Tampoco es cuestión de obligarlos sino, y es esto lo más importante y también difícil, motivarlos y seducirlos a leer. ¿Cómo? pues esa es la pregunta del millón :S
    (elpollohipnotico)

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  3. Partimos de un hecho. Los estudiantes, como parte de su educación, han de asumir la lectura. Para lograr un autonomía han de enfrentarse al texto, eso no se discute.
    Pero hay lecturas y lecturas y ante algunas, también en busca de esa autonomía ha de poder decir no.
    Por supuesto, no es una puesta en escena fácil, no es la primera opción a tomar, es trabajo del mediador seducirlo para que pueda llegar a las letras.
    ¿Cómo? en primer lugar que el mediador mismo ame las letras. En segundo lugar, que aprenda a escuchar el deseo del lector en formación. si el mediador va a llegar con el libro como el evangelizador con un a cruz ya el trabajo se ha perdido.
    ¿Vuesa merced qué opina?

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  4. Bueno... contestándole a David en vez de vos le diría que les doy a mis alumnos un montón de libros y cada uno debe escoger el o los que quieran leer. Su derecho a no leer se cumple en cuanto a los libros que no escogen. En los colegios donde trabajé antes en los que las directivas imponían uno o dos libros obligatorios por periodos (a ellos no les importaba cuáles)les daba una lista de libros casi siempre cortos y baratos, es decir, de fácil adquisición y ellos escogían. Su derecho a no leer estaba en que no leían lo que no querían. La última estrategia tiene como defecto que antes debes haberte leído todos los libros que recomiendas para poder presentarlos y animarlos a que alguno escoja El Lazarillo de Tormes para que el director vea que si están leyendo un clásico.

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