La adolescencia es un concepto de aparición relativamente tardía y ha generado toda clase de subcultura alrededor de él. Sin embargo no son los docentes ni los antropólogos ni los psicólogos y mucho menos los padres quienes mejor conocen a los adolescentes, son los publicistas. Nadie sabe mejor como llegar a un adolescente que un publicista. Envuelven un producto anodino en un empaque llamativo lo etiquetan con consignas de independencia y autonomía y lo lanzan al mercado.
La adolescencia ha llegado a convertirse en un fenómeno de tal magnitud que aún jóvenes de 20 a 25 años intentan prolongar esa etapa de su vida en donde buscan seguir siendo incomprendidos y “rechazados” por la sociedad entera.
Por supuesto la lectura no escapa a ese fenómeno. Los maestros llaman la atención sobre este grupo de muchachos a quienes no les gusta leer (parece que no les gustara nada en verdad) y que a desgana realizan informes o reseñas sobre los libros del plan lector. No les gusta García Márquez, no les gusta Shakespeare, detestan “La Celestina” y parecen no saber de qué va “Romeo y Julieta”. La mayoría de promotores de lectura rechazan a los grupos ubicados entre 8º y 11º grados.
Es muy curioso sin embargo. Los adolescentes invierten una cantidad desbordante de energía a las artes y los deportes. No hay un adolescente que no sea deportista, actor, cantante, dibujante o escritor. Y leen, leen a montonones, no lo que queremos por supuesto. Leen revistas como la “Rolling Stones” y buscan desesperadamente libros de autosuperación, sexo y actualidad. Son morbosos y les encanta lo que vaya contra lo establecido.
Alguna vez me encontré con un grupo terriblemente apático a la lectura en voz alta, al menos hasta que comencé a leer a Bukowskii y a Rafael Chaparro Madiedo. Entonces despertaron y preguntaron y discutieron. Sin embargo estos libros no están en los colegios. Recuerdo aquí el caso de una docente despedida porque compartió con sus alumnos “Sin tetas no hay paraíso”. Tengo que reseñar que muchos padres y docentes no saben de que se habla cuando se menciona a Stephenie Meyer y su serie de novelas sobre vampiros. Muchos padres detestan esos libros porque tienen palabras como puta, mierda, verga y coño o porque no les enseñan nada (el tema de la pedagogía en la literatura lo hablaremos más adelante).
La mejor manera de comenzar a leer con un adolescente en primer lugar es no temer a leerles en voz alta y hacer listas de libros sugeridos (sugiero comenzar por cuentos) pero sobre todo en escucharlos cuando hablan de sus intereses y búsquedas, en abrir espacios de discusión y permitir que se expresen libremente sobre las lecturas. Al igual que los adultos los adolescentes tiene libros y autores que detestan ya sea por estilos o temáticas. No los detestan porque sí, tienen razones y argumentos que la mayor parte de las veces no escuchamos. Los grupos de lectura son un excelente ejercicio para detectar esas filias y fobias. Y esta el cine por supuesto.
“El curioso caso de Benjamín Button” es una película reciente basada en un cuento de Scott Fitzgerald que no supera las veinte páginas. El ejercicio es sencillo, lean el cuento, miren con ellos la película y luego hablen, sólo hablen. “Crepúsculo” es una película bastante mediocre, basada en uno de los últimos grandes best sellers de la actualidad. Existen grupos de fanáticos sobre las obras de Meyer que estarían encantados de compartir las razones de su amor por esta autora y el conjunto de sus libros que supera el millar de páginas en conjunto. No sólo se la saben de principio a fin sino que son capaces de señalar las deficiencias y aciertos en su factura y argumentación. Así como estas películas existe más de medio centenar de obras interesantes llevadas al cine sobre las que se puede trabajar (desde “Blade Runner” hasta “Corazón de tinta” o “El capitán Alatriste” ) y viceversa.
El quid del asunto se haya en abandonar el papel de pionero y asumir junto con ellos la exploración del amplio mundo de la lectura.
La adolescencia ha llegado a convertirse en un fenómeno de tal magnitud que aún jóvenes de 20 a 25 años intentan prolongar esa etapa de su vida en donde buscan seguir siendo incomprendidos y “rechazados” por la sociedad entera.
Por supuesto la lectura no escapa a ese fenómeno. Los maestros llaman la atención sobre este grupo de muchachos a quienes no les gusta leer (parece que no les gustara nada en verdad) y que a desgana realizan informes o reseñas sobre los libros del plan lector. No les gusta García Márquez, no les gusta Shakespeare, detestan “La Celestina” y parecen no saber de qué va “Romeo y Julieta”. La mayoría de promotores de lectura rechazan a los grupos ubicados entre 8º y 11º grados.
Es muy curioso sin embargo. Los adolescentes invierten una cantidad desbordante de energía a las artes y los deportes. No hay un adolescente que no sea deportista, actor, cantante, dibujante o escritor. Y leen, leen a montonones, no lo que queremos por supuesto. Leen revistas como la “Rolling Stones” y buscan desesperadamente libros de autosuperación, sexo y actualidad. Son morbosos y les encanta lo que vaya contra lo establecido.
Alguna vez me encontré con un grupo terriblemente apático a la lectura en voz alta, al menos hasta que comencé a leer a Bukowskii y a Rafael Chaparro Madiedo. Entonces despertaron y preguntaron y discutieron. Sin embargo estos libros no están en los colegios. Recuerdo aquí el caso de una docente despedida porque compartió con sus alumnos “Sin tetas no hay paraíso”. Tengo que reseñar que muchos padres y docentes no saben de que se habla cuando se menciona a Stephenie Meyer y su serie de novelas sobre vampiros. Muchos padres detestan esos libros porque tienen palabras como puta, mierda, verga y coño o porque no les enseñan nada (el tema de la pedagogía en la literatura lo hablaremos más adelante).
La mejor manera de comenzar a leer con un adolescente en primer lugar es no temer a leerles en voz alta y hacer listas de libros sugeridos (sugiero comenzar por cuentos) pero sobre todo en escucharlos cuando hablan de sus intereses y búsquedas, en abrir espacios de discusión y permitir que se expresen libremente sobre las lecturas. Al igual que los adultos los adolescentes tiene libros y autores que detestan ya sea por estilos o temáticas. No los detestan porque sí, tienen razones y argumentos que la mayor parte de las veces no escuchamos. Los grupos de lectura son un excelente ejercicio para detectar esas filias y fobias. Y esta el cine por supuesto.
“El curioso caso de Benjamín Button” es una película reciente basada en un cuento de Scott Fitzgerald que no supera las veinte páginas. El ejercicio es sencillo, lean el cuento, miren con ellos la película y luego hablen, sólo hablen. “Crepúsculo” es una película bastante mediocre, basada en uno de los últimos grandes best sellers de la actualidad. Existen grupos de fanáticos sobre las obras de Meyer que estarían encantados de compartir las razones de su amor por esta autora y el conjunto de sus libros que supera el millar de páginas en conjunto. No sólo se la saben de principio a fin sino que son capaces de señalar las deficiencias y aciertos en su factura y argumentación. Así como estas películas existe más de medio centenar de obras interesantes llevadas al cine sobre las que se puede trabajar (desde “Blade Runner” hasta “Corazón de tinta” o “El capitán Alatriste” ) y viceversa.
El quid del asunto se haya en abandonar el papel de pionero y asumir junto con ellos la exploración del amplio mundo de la lectura.
Muy bien. Así es.
ResponderEliminargracias diego x aber escrito asta informacion baya que me sirvio de mucho jajaja
ResponderEliminarEso de que a los adolescentes parece no interesarles nada no tiene ninguna fundamentación.
ResponderEliminarLos adolescentes tienen muchos intereses, amenudo muchos más que los adultos ya que disponen de más tiempo libre, sencillamente sus intereses no coinciden con lo que los adultos esperan. Debemos dejar de intentar convertir a los adolescentes en lo que no son, obligándoles a hacer cosas que no les interesan y fomentar la lectura a través de sus gustos, no de los nuestros. A fin de cuentas se trata de crear lectores hoy que sigan leyendo mañana. La calidad de la obra literaria no tiene la menor importancia, mientras les sirva para culturizarse y mejorar.
El quid del asunto está en la palabra parece.Concuerdo con usted en que a los ojos adultos el adolescente es indolente y despreocupado cuando en verdad está pasando por una serie de cambios y está viendo la vida d euna forma completamente apasionada.
ResponderEliminarPara ela dulto sin embrago es dificil encontrase con el adolescente, más dificil que jugar baloncesto con un puercoespín.
Sin embargo, tal y como el artículo enfatiza se trata de dejar el papel de guía con él y asumir el de explorador.
HOLA PARA FOMENTAR LA LECTURA EN LA ADOLESCENCIA ES NECESARIO SABER CUALES SON SUS INTERESES, Y PARTIENDO DE AHI OFRECERLE VARIEDAD DE LIBROS, LLEVANDOLO A UNA FERIA DEL LIBRO, A UNA BIBLIOTECA EL CASO ES QUE EL ADOLESCENTE SIENTA EL LIBRO EN SUS MANOS LO EXPLORE, LO OJIE, Y LO HOJIE PARA QUE DESCUBRA SI ES LO QUE DE VERDAD LE INTERESA, Y SI NO ES ASI SE VALE QUE LO DEJE Y EMPIECE OTRO EL CASO ES NO SE LES OBLIGE A LA LECTURA POR QUE SIMPLEMENTE NO LO HARAN
ResponderEliminarmuy buena opinion
ResponderEliminarLA ACTITUD QUE MUESTRE EL DOCENTE ES LO QUE IMPORTA MÁS,SER SINCERO SOBRE TODO.QUIZÁ NO SEA TAN MALO QUE UN PROFESOR CONFIESE QUE TAL O CUAL OBRA NO LE AGRADÓ, O NUNCA LA TERMINÓ,EXPLICANDO "SUS" RAZONES,ASÍ DE SEGURO ESCUCHARÁN CON ATENCIÓN LAS QUE SÍ LE FASCINARON Y POR QUÉ ASÍ FUE.
ResponderEliminarMuy interesante tu punto de vista, coincido contigo cuando dices que dejemos de ser los guìas y juntos exploremos el mundo de los libros.
ResponderEliminarMi visiòn está cambiando, gracias nuevamente