El rol de los padres en la Promoción de lectura

Los padres suelen quejarse a menudo de la pobre relación de sus hijos con la lectura. “No les gusta leer”, dicen. “No hay poder humano que los acerque a un libro”, anuncian. Sin embargo cuando se les pregunta sobre sus hábitos lectores o las bibliotecas en el hogar estas resultan ser inexistentes. No nos podemos mentir, si los jóvenes de hoy no leen es en gran parte porque los adultos no leen.
Y por qué no lo hacen. “Por falta de tiempo”, anuncian unos. “No tengo dinero para comprar libros” dicen los otros. La realidad es simple y pura, no les interesa leer. En nuestro país particularmente la lectura no se halla asociada al placer o al ocio, en cambio se halla intrínsecamente asociada a la obtención de información y la comunicación de ideas. El tiempo de ocio es utilizado para ver televisión, practicar o ver un deporte, “rumbiar” o ir al cine. Sólo una elite tiene la posibilidad de ir a un teatro, danza o función de títeres.
Uno de los elementos que hace que esto suceda en particular es que se piense, erróneamente, que la lectura es un acto solitario, aislado, en el que no se pueden implicar más personas. Al contrario, la lectura tiene un carácter social implícito, en particular cuando se trata de historias. Cuando un grupo de personas conoce una historia, esta tiende un vínculo entre ellos. De hecho los mayores vínculos que comparten las personas es a través de las historias. Eso lo saben muy bien los padres que les leen cuentos a sus hijos, sus lazos afectivos son más fuertes y sus canales de comunicación son mejores. Esto sucede por una sencilla razón: al leer relatos a los niños no sólo se comparte la información que se halla en el texto, se comparte también el afecto y el tiempo.
Sin embargo la lectura en voz alta por si sola no es suficiente. Se recomienda además tener hábitos lectores arraigados. Muchos niños leen con gran interés el periódico porque han visto a sus padres leer el periódico. Uno de los mejores estímulos es el ejemplo. Por supuesto también ayuda el tener un ambiente alusivo a la lectura. Y jamás, en ningún caso, hará daño tener una biblioteca en casa y visitar con regularidad las bibliotecas públicas.
El padre ha de ser el promotor de lectura principal, aquel que le enseñe a usar el libro a su hijo (este punto será ampliado más adelante) y que lo estimule para que considere la lectura es un espacio de ocio tan valido como el cine, la televisión o los deportes.

Comentarios

  1. UNO POR TODOS

    Muy buenos artículos. Dan ganas de leer Cuentos Pulga. Y espero con ansia la ampliación del tema de los padres y la lectura

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