TEORIAS DEL CUENTO II. La escritura del cuento.



Compilado por: Lauro Zavala
Editado por: Universidad Nacional Autónoma de México
Recomendado para: Grandes lectores
Compilación – academia – teoría del cuento

     Si considerábamos que Teorías del cuento I: Teorías de los cuentistas se había extendido más que suficiente sobre lo que implicaba la intensión sobre la extensión y el desarrollo de la trama sobre el desarrollo de los personajes, Teorías del cuento II. La escritura del cuento nos corrige y nos pone sobre aviso para decirnos que del cuento apenas se está empezando a teorizar. Ante todo, porque Zavala nos propone en este volumen leer acerca

“(…) de la escritura y reescritura del cuento (primera sección); se nos cuenta cómo surgió la idea para un cuento particular (segunda sección); se narra cómo nace y se nutre la vocación de escribir cuentos (tercera sección), y se señalan algunas claves para la escritura del cuento policíaco (cuarta sección).” (p. 7)  

En esta ocasión nos alejamos de Poe (al principio) y empezamos el recorrido con Scott Fitzgerald, quien nos alerta sobre los mil y un comienzos, anotaciones y salidas que puede tener un cuento antes de ver su forma final. Luego se pasa a autores como Faulkner o Borges, quienes nos muestran algunas de las consideraciones que ellos tienen acerca de sus relatos (Me quedo con una idea de Chesterton citada por Borges, “Dijo Chesterton que es natural que lo real sea más extraño que lo imaginado ya que lo imaginado procede de nosotros, mientras que lo real procede de una imaginación infinita, la de Dios.” (p. 39)). Esta primera sección, aunque nos amplía de alguna manera el mundo ya descrito en el primer volumen, sirve de transición al lector para la segunda parte, donde los escritores se refieren a la razón detrás de sus cuentos, donde es harto interesante la posición de Guillermo Samperio, quien se detiene – como lo hace María Teresa Andruetto en algunas cuestiones sobre la voz narrativa y el punto de vista – sobre la forma, en este caso sobre la elección de los verbos,

(…) si hay verbos que finalmente no concuerdan con el universo lingüístico, deben sustituirse o ser adecuados. El orden de los verbos es también muy importante porque, si aceptamos en general que el cuento tiene su acción y su sustento en los verbos, y si estos se encuentran colocados de manera equívoca, el cuento va a empezar a fallar. El movimiento de los verbos debe estar acorde con la tensión del texto. No puede haber un movimiento verbal independiente de la tensión gráfica emotiva del relato, ni del suspenso del mismo. Por ello, en este contexto, los adjetivos tienden a subordinarse a la línea que va marcando el movimiento de los verbos. Y digamos que el elemento más subordinado de un relato, desde la sintaxis, son los sustantivos, pero a su vez son la base de la narración. Dependen del movimiento de los tiempos verbales. Desde luego que este orden requiere de un procesamiento tal que el lector no se dé cuenta de que lo fundamental en el texto son los verbos, sino que debe leerlo pensando que son los sustantivos.” (p. 107)

La tercera sección conlleva una belleza intrínseca, en donde a pesar de una gran cantidad de experiencias que sería oportuno e interesante abordar, la que me pareció más triste y sublime fue la de Anaïs Nin, quien describe todo el entablado detrás de sus relatos eróticos. A la zaga, el relato de la forma en que Roald Dahl aborda su encuentro con la escritura es de una sencillez pasmosa.

El volumen cierra con una evolución de mano de sus propios escritores del género policíaco, desde el clásico relato tipo Poe o Conan Doyle hasta la incursión de éste género dentro de la ciencia ficción.

El conjunto es una obra que exige dedicación, retorno a ciertos pasajes, intento de grabar a fuego mismo algunas ideas en la cabeza, pero siempre un aliciente para seguir una reglas, romper otras, o crear las que sean necesarias. Para el lector es una visita a los camerinos de la imaginación, para los escritores es una forma de encontrarse con la tramoya y las luces y los efectos de sonido. En cualquier caso, se tratará siempre de tiempo bien invertido.

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