Escrito
por Alessandro Baricco
Traducido
por Xavier González Rovira
Editado
por Editorial Anagrama
Recomendado
para Grandes lectores
Novela
Ya una vez Nathalie López había intentado
venderme la idea de leer Tres veces al
amanecer. Me dijo en ese momento que se trataba de una secuela de Mr. Gwyn, pero que se podía leer por
separado. Le gustaba más Mr. Gwyn,
pero no lo tenía, así que me prestó Tres
veces al amanecer. De eso, creo, hará unos tres años. He vuelto a ver a
Nathalie un par de veces sin perdonarle del todo su recomendación, al menos
hasta que leí Mr. Gwyn, novela en la
que se menciona Tres veces al amanecer como
una novela apócrifa. Sólo después de leer Mr. Gwyn, he podido terminar Tres veces al amanecer, y aun así
todavía me replanteo si me ha gustado por un efecto de contagio o porque la
obra tiene en realidad algún mérito. Lo hago, porque ni siquiera estoy seguro
de que Baricco cumpla en verdad su propósito.
En Tres
veces al amanecer, Baricco propone la siguiente idea,
Estas
páginas relatan una historia verosímil que, sin embargo, nunca podrían suceder
en la realidad. Narran de hecho la historia de dos personajes que se encuentran
tres veces, aunque cada una de ellas es la única, y la primera, y la última.
Pueden hacerlo porque habitan un Tiempo anómalo que inútilmente buscaríamos en
la experiencia cotidiana. Lo establecen las narraciones, de tanto en tanto, y
éste es uno de sus privilegios (p. 11).
El primer relato cuenta la historia de un
viajante y una mujer que llega al hotel. La mujer, que no es una huésped conversa
con el hombre que está marchándose y lo embauca hasta que el relato termina de
un modo sorpresivo. Sobre ambos personajes planea como una sombra la posibilidad
de que aparezca el portero del edificio. El segundo relato narra la historia de
un hombre viejo y una joven que tiene una relación cruenta con un joven de su
edad. Un abusivo. En este caso, la amenaza que va y viene, es el hombre joven.
Se intuye una relación probable entre la segunda y la primer historia. El
tercer relato cuenta la historia de una policía que se lleva a un niño del
hotel donde se hospedan. El niño está bajo la protección de la policía, pero
esta se lo lleva a refugiarlo donde un amor fallido. En este caso, la sombra
que sobrevuela la relación es la policía como institución, pues la mujer, a
punto de jubilarse, está violando las normas.
Con todo, la premisa presentada por Baricco
al principio no se sostiene, no se intuye como los personajes, se relacionan. Acaso
alguien diga que son el principio de lo eterno femenino y masculino, empero por
más abstracciones que se hagan esta idea tampoco se sostiene. Los personajes son
demasiados disimiles, ni siquiera comparten formas de comportamiento o nombres. Baricco propone una suerte de Angelitos empantanados sin similitudes
evidentes, místicas o simbólicas (Aclaro que la comparación no es baladí, pues
la obra de Andrés Caicedo cumple con la premisa fundamental de Baricco, un
conjunto de personajes que se encuentran en un tiempo arquetípico, sin que las
ideas se perturben entre sí. En el caso del escritor caleño, las
características principales de los personajes se mantienen).
Más allá de esto, empero, la obra se mantiene,
es entretenida, con rasgos poéticos. Quien haya leído Mr. Gwyn, lo encontrará retratado en sus páginas de forma harto
evidente, convirtiéndose de esta forma en un espacio nostálgico, que aún no
estoy seguro que funcione de forma independiente a la obra que le dio
origen.
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