MR GWYN



Escrito por Alessandro Baricco
Traducido por Xavier González Rovira
Editado por Editorial Anagrama
Recomendado para Grandes lectores
Novela

     No es posible escapar de la escritura. Una vez en sus garras es una suerte de parásito que jamás te abandonará. Escribir se convierte en una suerte de imposición. Se está obligado a escribir, aunque sea cartas de amor o blogs de promoción de lectura y reseñas. Si no se escribe no puede haber paz. Esta es una de las premisas de Mr. Gwyn.

     Mr. Gwyn narra la historia de un hombre, verbigracia Jasper Gwyn que un día decide abandonar su vida como escritor reconocido por unas cuantas novelas y dedicarse a buscarse otras cosa qué hacer. Entre algunos ires y venires, y un encuentro con una mujer anónima encuentra en la palabra copista una especie de salvavidas a lo que aferrarse. Así, llega a la inverosímil idea de convertirse en un retratista. Sin embargo, como el parásito no abandona, decide realizar su labor a través de la escritura; una escritura que tiene como único objetivo la persona a quien retrata. Hay que mencionar que Jasper Gwyn es una persona precisa, con ideas muy exactas de lo que quiere, así que va quemando naves hasta que se reduce a un estudio provisto de manchas de humedad; una pista de sonido de más de 36 horas constituida por sonidos ambientales que bien pueden ser hojas arrastrándose o cañerías gorgoteantes; también, por supuesto, está la iluminación, que pone en manos de 18 Catalina de Medici provistas de una luz infantil. Todo este decorado sirve para que Mr. Gwyn realice su oficio de copista de manera exacta.

     Para quien no lo sepa, Alessandro Baricco es también el autor de Seda y Novecento, La leyenda del pianista en el océano, libros, ambos, donde lo inverosímil es retratado de forma tan poética y tangible, que el lector no puede hacer menos que creerse cada una de las palabras que el autor pone en los escenarios y en los personajes. Todo lo hace de una forma… precisa.

     Debe decirse que la idea detrás de Mr. Gwyn no es nueva. De autores que abandonan las letras está lleno el mundo real y el de la ficción. Pero no recuerdo uno resuelto de forma tan bella, tan poética, tan exacta. No adelantaré nada de la resolución, pero sí puedo decir que hace falta un poco para calar los resultados del último punto de giro.

     Esta obra de Baricco no es de las que abandonan al lector, sino de las que se instalan en su cabeza haciéndole ver el mundo de una forma nueva. Empero, esto también implica dejarse llevar por un ritmo que, a pesar de su corta extensión, dista mucho de lo frenético, imponiendo al lector su propio ritmo, su propia esencia.

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