Escrito
por Galia Ospina Villalba
Editado
por La silueta y la Editorial Pontificia Universidad Javeriana
Recomendado
para Grandes lectores
No
ficción – ensayo – Investigación
Conocí el libro de Galia Ospina Villalba
cuando se le comenzó a hacer difusión en redes sociales. En alguna ocasión
posterior lo encontré en la Feria del libro del Pacífico, pero se me fue de las
manos, literalmente, porque cuando regresé por él ya se lo habían llevado. Había
algo en el libro, en su presentación, en la insistencia en que Ospina Villalba
difundía su presentación y existencia que me hice a la idea de que tenía que
conocerlo al menos. Como ya es costumbre, la Red de Bibliotecas del Banco de la
República me echó una mano.
Ospina Villalba comienza hablando de
referentes íntimos y entrañables que cualquier lector reconocerá: las primeras lecturas,
los primeros libros, las primeras sensaciones, las diversas concepciones acerca
de lo que es la lectura; luego, antes de que se sepa que está sucediendo, el
lector se encuentra con algunos referentes académicos conocidos, pero que se
emplean con la misma familiaridad y tono que cuando se hace referencia a Donde viven los monstruos o Guillermo Jorge Manuel José. Así, no hay
dicotomía entre el logos y el pathos, ambos elementos se encuentran al mismo
nivel, de manera tal que el lector se encuentra navegando con tanta comodidad
cuando se hace referencia a libros infantiles como a autores como Robledo, Eco
o Rogers. Y junto a ellos, Ospina Villalba incluye las palabras de lectores
ocasionales o participantes en sus talleres. Y así, sin saber cómo, el lector
se encuentra con la presentación de la experiencia de la autora en la realización
de talleres de creación de libros álbum. Talleres que, hay que decirlo, no son
tomados por licenciados en literatura o en pedagogía o por aspirantes a
escritores. De hecho, no tengo idea, ni de si es importante, pero creo que
tampoco había un solo padre entre ellos. El grueso de los participantes eran
diseñadores gráficos. Diseñadores que se enfrentaron a la tarea de realizar un
libro álbum; tarea facilitada por el empleo de la pedagogía activa.
Tal vez Ospina Villalba hubiese podido
detenerse ahí, pero de esta manera habría mentido. Para ella, el libro álbum se
relaciona de forma directa con la lectura en voz alta, no sólo desde la
construcción del libro sino también en la interacción con el receptor final, en
este caso, los niños.
Lo más maravilloso del asunto, es que no se
sabe en qué momento el libro llega a su final. La prosa de Ospina Villalba es
intimista sin caer en la melosería; es fluida, dejando al lector referencias
tanto de autores académicos como de literatura infantil y juvenil con una
naturalidad pasmosa.
Con todo, hay un pero que tengo que poner.
Al referirse al protagonista de Willy el soñador, Ospina Villalba dice, “(…)
nos presenta a un orangután que sueña (…)” (p. 81). Sé que mis conocimientos de
zoología son bastante limitados, pero estoy muy seguro que Willy, de Anthony
Browne no es un orangután. Sin embargo, esa pequeña errata no puede empañar el
logro de un libro bello, necesario y útil, del cual, si le creemos a la página
legal, sólo existen 400 ejemplares. Así que, si lo llegas a encontrar en una
feria del libro, no lo dejes ir de ninguna manera.
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