Escrito
por (guion) Gwen de Bonneval
Ilustrado
por Matthieu Bonhomme
Traducido
por Arnau París
Editado
por Norma Editorial
Recomendado
para Jóvenes lectores
Novela
gráfica – narración gráfica
¿Qué hacer ante la muerte?, ¿cómo enfrentar
el hecho de que en el fondo de tu corazón sabes que quien amas no está muerto,
no se ha ido del todo?, y, ¿qué hacer si todos a tu alrededor crees que no
estás en lo correcto, que quizá el demonio, algún demonio te ha poseído?
Guillaume de Saunhac hace todo lo posible
para demostrar que no está equivocado, que son todos a su alrededor quienes han
errado, aunque para hacerlo tenga que visitar mundos de los que no tenía
conocimiento, habitados por criaturas propias de la imaginería medieval,
humanoides sin cabeza pero con rostro en el torso, y un infierno que ha tomado
como modelo los cuadros de El Bosco.
Gwen De Bonneval y Matthieu Bonhomme
construyen alrededor de estas ideas un relato fantástico en un entorno
medieval, donde un adolescente se empeña, con la ruta que le ha dado una suerte
de pitonisa, en buscar el alma de su padre y liberarla, bien sea devolviéndola
a su propio mundo, bien sea ayudándole a pasar al otro. Sin embargo, las cosas
no son tan fáciles para él, pues se halla en medio de una conspiración en la
que su misma madre está involucrada y donde las fuerzas políticas podrían
jugarle más de una mala pasada. Por fortuna, como es habitual en relatos
iniciáticos, Guillaume no afronta solo su aventura, sino que es acompañado por
un bravo caballero que, siendo coherente con la época, tiene un corazón bravo y
un pasado más bien turbio.
No contento con esto, el relato contiene
además elementos símbolos y oníricos que nos obligan a volver a él una y otra vez,
más aun cuando llegas a un final que es casi una bofetada a la fe del lector. Un
final que, aunque no lo queramos, es tremendamente sencillo y coherente con el
mundo que se ha construido, y que reduce la figura del héroe a su tamaño exacto
ni más ni menos.
Por otro lado, los trazos de Matthieu
Bonhomme, son exactos, pulcros y atractivos, características de esa novela de
aventuras clásicas con las que muchos crecimos, trazos en blanco y negro que no
costaría nada convertir en storyboard
y de ahí pasar a la pantalla. Por fortuna no es lo que sucede, y nos quedamos
deleitados por esas escenas detalladas donde la luz y la sombra juegan un papel
preponderante. Eso, y los gatos negros, por supuesto.
El espíritu perdido es una imaginería
fantástica medieval que retoma mucho de las narraciones clásicas de la
literatura maravillosa y de la iconografía medieval para contar un relato que
no solo entretiene, sino que se queda para que lo rumiemos un poco.
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