LA POÉTICA DE LA INFANCIA


Escrito por Yolanda Reyes
Editado por Luna Libros
Recomendado para Grandes lectores – promotores de lectura
Ensayo – No ficción

     Tengo un problema con Yolanda Reyes. Me he hecho una prosodia suya que corresponde con sus escritos que difiere completamente de lo que me encuentro en la vida real. Me sucede lo mismo con Borges y Neruda, solo que en el caso de ellos es aburrimiento, en el de Reyes es antipatía; Y lo más gracioso del caso es que Yolanda Reyes es una mujer sumamente simpática y accesible, pero su prosodia es la de una niña gomela rola. No lo puedo evitar, es lo que me genera. En contraste, su voz escrita está llena de profundas armonías, de acordes secretos. La poética de la infancia recupera lo mejor de su voz.

     Ya desde hace mucho tiempo presentaba una deuda con esta obra, pues no siempre tenemos el dinero para comprar todos los libros que queremos. Por suerte existen las bibliotecas públicas.

     La poética de la infancia está constituida por siete textos sencillos y entrañables, que se leen de un tirón y que quedan resonando con fuerza dentro de ti. También, a la manera de las narraciones maravillosas, se vuelve más profunda a medida que se profundiza en ella, que se vuelve sobre sus palabras. 

      Dos de sus partes atraparon mi atención. Ambas –Escribir los agujeros negros y La luz de la oscuridad- tienen que ver con el poder de la literatura en relación con las situaciones de pérdida y de violencia. Allí vemos el lugar de Reyes como bibliotecaria de Espantapájaros y su lugar también como formadora de mediadores de lectura. En ambas problematiza el lugar del niño frente al dolor, la violencia y la pérdida, en ambas constata la necesidad de adentrarse y hablar de los problemas tabúes con los niños, de dejar de considerar que ellos no sienten o no piensan o no se asustan o no tienen miedo. En ese sentido, complejiza el lugar del niño dentro de la sociedad, y también nos recuerda el poder que tiene la literatura más allá de la domesticación de las aulas.

  Por otro lado, hay un texto que se queda ahí como al aire, sin mayor sustento aunque sí con mucha sensibilidad y emoción, Dejar leer a los hijos adolescentes. En él, Reyes habla de la derrota de las formulas de la promoción y mediación de lectura, y de la necesidad en últimas de dejar que el lector se encuentre a sí mismo; también nos recuerda que hay una asignatura pendiente en la denominada promoción de lectura, y es el trabajo con adolescentes –esos verdes, erizados, húmedos objetos-, con los que nadie parece saber muy bien que hacer. Un problema ya señalado por Pennac y frente al cual aún no parece haber respuestas precisas, pues no a todos les gusta la música o las novelas gráficas o los deportes, y son más conscientes de sus propias diferencias y necesidad de aceptación que el resto de los mortales.


     En conjunto, este breve volumen de Yolanda Reyes, es un hermoso a la literatura y su función de la sociedad, un llamado a que no nos olvidemos que la lectura sigue siendo un acto de descubrimiento y resistencia constantes. 

Comentarios