EL PARAÍSO PERDIDO



Escrito e ilustrado por Pablo Auladell
Basado en la obra de John Milton
Publicado por Editorial Sexto Piso
Recomendado para Grandes lectores
Novela gráfica - poesía - narración gráfica

     No me gustan mucho las adaptaciones de las obras literarias a la narración gráfica. No me gustan porque siento que se pierde mucho de su esencia. Pero si he de ser sincero, también me sucede que no me gusta ver adaptados los libros que amo a otro lenguaje, ni siquiera al audiolibro. Me gusta leer, porque me gusta imaginarme los sucesos, o porque me gusta acceder a las imágenes que me sugiere el novelista o el poeta. Me gusta adentrarme en un mundo que acontece en algún lugar a mitad del camino entre lo que dice el escritor y lo que yo  infiero o aprehendo.

     Hace mucho tiempo leí El paraíso perdido de John Milton, y hace algún tiempo menos descubrí la obra de Pablo Auladell, con La feria abandonada (reseñada en este blog en su momento). Así que cuando supe que este libro existía, algo parecido al asombro se instaló en mí, y desde ese momento quise leer el resultado de Auladell adaptando a Milton. En algún momento leí que esta adaptación había ganado un premio, y luego, quizá, me acordé que en mi adolescencia había leído algunas narraciones gráficas colombianas que adaptaban poemas a la manera de Heavy Metal. Dicho de otra forma, no me era desconocido que en algunos momentos la poesía se encuentra con la narración gráfica, más allá de los caligramas o de Liniers.

     El resultado no ha podido ser más satisfactorio. El paraíso perdido de Auladell no busca sustituir en ningún momento a El paraíso perdido de John Milton. Por el contrario, da cuenta de la dificultad de la empresa, propone sus propias imágenes, sus propios enigmas y las nuevas metáforas que surgen, destacan por su vitalidad. Auladell no busca una representación mimética de Milton, está consciente de que lo suyo es una aproximación. Su demonio, igual de fuerte, igual de imponente que el de Milton, no es, empero, el ángel más hermoso de todos cuantos han existido. En cambio, aparece tocado con un sombrero y un cayado se sostiene en sus manos. A falta de elocuencia le sobra grandeza.

     Auladell no se ahorra nada, no se ahorra la arrogancia, no se ahorra la envidia, no se ahorra la tristeza, pero, más importante aún, no se ahorra la esperanza, no se ahorra en ningún momento que para el creyente existe una posibilidad de ser salvado. Aquellos que no creemos en ninguna fuerza ultraterrena, que no creemos en ningún mesías, nos dejamos adornar el rostro con una sonrisa, mientras pensamos que el arte es una de las formas más grande de redención y esperanza.                   

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