UNA VIDA EN CHINA. 1. El tiempo del padre. 2. El tiempo del Partido. 3. El tiempo del dinero.


Guion de P. Ȏtié
Ilustrado por Li Kunwu
Traducido por Ana Sánchez
Publicado por Astiberri Ediciones
Recomendado para grandes lectores
Novela gráfica

     Es común que al hablar de narración gráfica nuestras primeras referencias sean Marvel y DC Cómics. Luego, quienes leen un poco más, comienzan a mencionar editoriales como Vertigo, Malibu y Dark Horse. Sin embargo, al ingresar en España dos editoriales se hacen reconocibles, Norma Editorial, quien hace un excelente trabajo haciendo conocidos los grandes títulos del cómic norteamericano y europeo; la otra es Astiberri, quien se centra más en un público adulto con una impresionante exploración de temas y autores, alejándose por mucho del género fantástico y de superhéroes.

     Una vida en china es un excelente ejemplo de lo que se puede encontrar en el catálogo de Astiberri, y permite al lector dar un vistazo al trazo oriental de la narración gráfica y, al mismo tiempo, conocer un poco de lo que es la historia y la evolución de la cultura china desde la segunda mitad del siglo XX. Dicho de otra forma, lo que significó el gobierno de Mao Zedong (Mao Tse-tung) y como su larga sombra se proyecta de alguna manera hoy sobre los habitantes de China.

     Así, como el tiempo es corto, y se trata de la autobiografía de un chino, de un hombre que ha visto como China ha cambiado a través del tiempo, y que la ha retratado a través del dibujo y la narración gráfica, la obra es dividida en tres extensos tomos. El primero de ellos comienza con una canción de cuna, “Bebé lindo, bebé oveja, mamá e lleva a cada, e vuelta” (p. 27). Nos encontramos en pleno gobierno de Mao y nos damos cuenta de lo aterradoramente alienante (visto desde aquí, a través de los años y del espacio)que era la construcción de un entorno dedicado a la deificación (no encuentro otra palabra) de un gobernante, al punto que su palabra era ley, ley que no podía ser discutida, interpretada o puesta en duda. Así, asistimos al crecimiento de Li Kunwu y lo seguimos en su niñez y adolescencia hasta su enrolamiento en el ejército y su asistencia a lo que para el chino común fue el horror, la muerte del presidente Mao.

     Sobre esta primera parte ha de decirse que no presenta ningún intento de realizar una revisión crítica de la época. Por el contrario, vemos a través de los ojos de Li como es la China de la época; vemos a través de los ojos de quien no tiene forma de ser crítico con lo que sucede a su alrededor porque eso le es tan natural como el aire que respira. Es el lector, a través de sus conocimientos, a través de su vida en occidente, quien agrega adjetivos como alienante, brutal, e incluso crudo.

     La segunda parte, El tiempo del Partido, narra lo sucedido en China después de la muerte de Mao hasta que los primeros extranjeros llegan a China. Así mismo narra la desesperada búsqueda de Li para entrar al Partido Comunista, lo que le implica un gran honor, tanto para él como para su familia. Atrás quedan los tiempos en que su patriotismo era puesto en duda por las actividades de sus antepasados. Es también el volumen más corto de los tres, pero da cuenta de cómo es la ilustración lo que le permite al fin cumplir sus objetivos. 

     Por último, El tiempo del dinero, narra el ingreso de China al mundo, a lo que significa el contacto con los otros países, con otras costumbres, al cumplimiento, paradójicamente, de las grandes metas de Mao, pero también del surgimiento de la clase burguesa. Es muy fuerte también asistir a un cambio al que no todos dan la bienvenida, pues implica pasar de estar bajo la tutoría del padre-estado (El bol de hierro) a una economía con una fuerte presencia internacional que no garantizaba a todos el trabajo ni el bienestar (el bol de barro).

     Este último volumen también es el más inconsistente, dejando los acontecimientos de la primavera del 89 como una suerte de hoyo negro sobre el que el autor no puede –físicamente no estuvo cerca- ni quiere expresarse, llegando a expresar su anhelo de que sean las generaciones futuras quienes se pronuncien sobre el asunto. Los cambios que se muestran dan protagonismo a personajes secundarios que aparecen y que dan cuenta de cómo la superación ha sido posible después de la apertura internacional de China. El último capítulo es también un retorno, pues inicia con una canción de cuna, “Bebé lindo, bebé oveja, mamá te lleva a casa, de vuelta” (p. 248). El final es una larga reflexión sobre lo que ha significado la vida de Li a la luz de los acontecimientos.

     De esta manera, Una vida en China, presenta la, verbigracia, vida de un chino tipo, de un chino que en verdad es como cualquier otro chino, que no ha sido un protagonista significativo pero que ha obrado en la historia al tiempo que la historia ha obrado en él. 

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