Autor:
Ricardo Siri Liniers
Editado
por: Editorial Común
Recomendado
para: Lectores en marcha
Tiras
cómicas
Hubo un tiempo, que las nuevas generaciones
ya no viven, en que la llegada del domingo era una fiesta, porque existía la
separata de los muñequitos. Se trataba de un cuadernillo donde se publicaban
títulos como El Fantasma, Tarzán, Beto el Recluta, Modesty
Blaise, Pillín, Calvin & Hobbes o Los
Marcianitos, entre algunos de los nombres que recuerdo. El tamaño podía
variar de periódico en periódico, pero se destacaban por tener una secuencia
diferente a las publicaciones diarias y por ser a todo color. La mayoría de
ellos se publicaba en una página o página y media. Cada domingo era una
alegría, un pequeño trozo cálido del mundo, porque se esperaba con ansías las
tiras cómicas. Poco a poco estas publicaciones se fueron perdiendo, terminado
su valor por los costos de publicación, quizás, o porque ya no generaban el
suficiente interés en los lectores, o porque los lectores compraban directamente
los denominados comic books.
Leer a Liniers me recuerda esa época. Lo
hace por una sencilla razón, leerlo es una pequeña alegría, es acceder a un
pequeño trozo cálido del mundo.
Danny, con la coacción de Silvia, me prestó
este volumen con la condición de que lo reseñara. No es una condición que me
haya simpatizado. No porque no me guste Liniers, al contrario, si no porque es difícil
realizar una reseña de los libros de tiras cómicas. Es difícil en virtud en que
no suelen seguir una línea temática, en que no es fácil realizarles un rastreo
isotópico; no hay un desarrollo de los personajes en un contexto y, muy pocas
vece, en una situación. Más aún cuando no hay una publicación dominical que le
pida al artista explayarse más en un tema o en un tipo de gag. Sin embargo, tampoco es imposible, ante todo porque Danny y Silvia
hicieron hincapié en una temática, la construcción de personajes, y son tantos,
que no detenerse en uno o dos es en realidad injusto.
Personajes, dijeron ellos, y pensé en El misterioso hombre de negro, Olga, Enriqueta y Fellini y Alfio,
la bola troglodita, entre tantos otros. Sin embargo, como las publicaciones
de Liniers seguirán, y quiero tener excusa para que me sigan prestando sus
libros, y para seguir reseñando su obra, en esta ocasión me centraré en El misterioso hombre de negro y Olga.
El
misterioso hombre de negro, es el personaje que le permite a Liniers
ponerse de guasa y ser solemne, todo a un mismo tiempo. Su trazo es sencillo,
un rostro blanco con una nariz afilada, un sombrero de copa y una gabardina.
Nunca habla, nunca se relaciona de manera directa con otros personajes, y de
cuando en vez le acompaña un pájaro o un grupo de ellos, depende de la medida
del misterio en el que Liniers quiere adentrarse. En ocasiones, la tira es
acompañada por la frase de un poeta o en una reflexión acerca de lo que
constituye el misterio en una obra gráfica o literaria.
Por otro lado, Olga, es el amigo imaginario de Martíncito. En un enorme monstruo
peludo de color azul, que lleva un sombrero en forma de cono y unos colosales
dientes superiores que sobresalen de su boca. Sus pies son cortos, y sus brazos
cuelgan a sus lados, llegando casi hasta el suelo. Y con todo, es inofensivo,
siendo su única forma de comunicarse decir Olga. Empero, Olga es el principio
activo de la imaginación, a veces es desbordante, a veces monótona, siempre
azul, siempre protectora y siempre ingenua.
El
Macanudo Universal 2, es una excusa perfecta para retornar a la niñez, para
compartir la niñez – es decir el asombro-, para disfrutar la niñez. Se
recomienda acompañarlo con una taza de chocolate caliente con masmelos o queso.
Me encanta Olga.
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