PÁGINA DE DIARIO. Quinta entrada.

Esta pequeña estantería fue instalada en la sala de profesores con el objetivo de realizar de manera constante un intercambio de libros. Hasta ahora solo unos cuantos han llevado libros con la promesa de traer otros más adelante, en tanto hay algunos que no se deciden a traer libros para llevar otros.  De manera accidental se ha alcanzado a una secretaría que muy juiciosa trajo tres libros y se llevó otros tantos. Deseo que hayan sido felices encuentros. 


     Por supuesto he vuelto a leer a los chicos. No con la misma frecuencia de antes, pero intentando que la experiencia sea más significativa. Quizás el mejor resultado lo he obtenido con un relato de Neil Gaiman, Cuento de octubre, incluido en su libro Material Sensible. En él, Gaiman narra la experiencia de una mujer que encuentra la mítica lámpara de Aladino, la mítica lámpara con el genio que concede los fabulosos tres deseos, y cuando este aparece y le ofrece todo el oro y el moro, escucha un “(…) No hace falta. Estoy bien.” como respuesta. El genio insiste, la mujer no cede, le invita un té. El genio acepta, es el mejor té que ha probado. La mujer le invita a comer, le pide al genio barrer las hojas del patio entre tanto. El genio insiste, es algo qué desea ella. Ella responde que es algo que él podría hacer mientras tanto. Así se va constituyendo una relación atípica donde él se queda a vivir en casa, y ya sobre las líneas finales lo descubrimos despertando al lado de la mujer, contemplando como el sol va iluminando su rostro. Ella se levanta entonces y le pregunta acerca de su deseo, de lo que él pediría si pudiera pedir un deseo. Él la mira, No hace falta, estoy bien, responde.
     El cuento es dulce, dulcísimo (acudid a él, encontradlo en la red, no me creáis a mí), y sentí que los chicos se enamoraron de alguna manera del cuento como yo cuando lo leí por primera vez. También intenté un nuevo recurso, no solo presentarles al autor o hablarle de lo que me había gustado el libro; no, esta vez comencé preguntándoles acerca de lo que pedirían si pudieran pedir tres deseos a un genio. La intención era lograr una conexión significativa entre ellos y la lectura gratuita. Las respuestas, por supuesto, fueron muy diversas. Algunos desearon tener más dinero o la salud para alguien a quien aman o la paz mundial o la justicia social. Las respuestas fueron múltiples y creo que lograron el objetivo, que por eso respondieron de la manera que lo hicieron frente al relato. Sin embargo, una vez terminado el relato, puesto el libro de nuevo en la biblioteca de aula, nadie se lo llevó a casa.
     La idea de comenzar con una pregunta detonante puede ser interesante pero exige tiempo y un conocimiento profundo del público y del texto. A la siguiente oportunidad intenté hacer lo mismo con otro relato de Gaiman, Clic-clac, el sonajero y no sentí la misma respuesta frente al texto, aunque no fue del todo indiferente. Por lo pronto seguiré explorando esta posibilidad y os comunicaré como van respondiendo los chicos.
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         Hace algún tiempo tengo la idea de aplicar una encuesta a los chicos y personal administrativo de la institución donde laboro con el fin de definir los diversos hábitos y ambientes lectores de quienes la conforman. Sin embargo alguien me hizo caer en cuenta de la necesidad de dirigir la encuesta a los docentes.  De esto surgió otra pregunta, ¿quién hace promoción de lectura con los docentes? Y luego, ¿cómo hacer promoción de lectura con los docentes, en particular, y, en general, con el personal de una institución educativa? La respuesta ha venido en forma de una estantería con libros propuestos para realizar un trueque permanente de libros. Pronto estaré informando también de los resultados de esta iniciativa.


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