Esta pequeña estantería fue instalada en la sala de profesores con el
objetivo de realizar de manera constante un intercambio de libros. Hasta ahora
solo unos cuantos han llevado libros con la promesa de traer otros más adelante,
en tanto hay algunos que no se deciden a traer libros para llevar otros. De manera accidental se ha alcanzado a una
secretaría que muy juiciosa trajo tres libros y se llevó otros tantos. Deseo
que hayan sido felices encuentros.
Por supuesto he vuelto a leer a los chicos.
No con la misma frecuencia de antes, pero intentando que la experiencia sea más
significativa. Quizás el mejor resultado lo he obtenido con un relato de Neil
Gaiman, Cuento de octubre, incluido
en su libro Material Sensible. En él,
Gaiman narra la experiencia de una mujer que encuentra la mítica lámpara de
Aladino, la mítica lámpara con el genio que concede los fabulosos tres deseos,
y cuando este aparece y le ofrece todo el oro y el moro, escucha un “(…) No
hace falta. Estoy bien.” como respuesta. El genio insiste, la mujer no cede, le
invita un té. El genio acepta, es el mejor té que ha probado. La mujer le invita
a comer, le pide al genio barrer las hojas del patio entre tanto. El genio
insiste, es algo qué desea ella. Ella responde que es algo que él podría hacer
mientras tanto. Así se va constituyendo una relación atípica donde él se queda
a vivir en casa, y ya sobre las líneas finales lo descubrimos despertando al lado
de la mujer, contemplando como el sol va iluminando su rostro. Ella se levanta
entonces y le pregunta acerca de su deseo, de lo que él pediría si pudiera
pedir un deseo. Él la mira, No hace falta, estoy bien, responde.
El cuento es dulce, dulcísimo (acudid a él,
encontradlo en la red, no me creáis a mí), y sentí que los chicos se enamoraron
de alguna manera del cuento como yo cuando lo leí por primera vez. También intenté
un nuevo recurso, no solo presentarles al autor o hablarle de lo que me había
gustado el libro; no, esta vez comencé preguntándoles acerca de lo que pedirían
si pudieran pedir tres deseos a un genio. La intención era lograr una conexión
significativa entre ellos y la lectura gratuita. Las respuestas, por supuesto,
fueron muy diversas. Algunos desearon tener más dinero o la salud para alguien
a quien aman o la paz mundial o la justicia social. Las respuestas fueron
múltiples y creo que lograron el objetivo, que por eso respondieron de la
manera que lo hicieron frente al relato. Sin embargo, una vez terminado el
relato, puesto el libro de nuevo en la biblioteca de aula, nadie se lo llevó a
casa.
La idea de comenzar con una pregunta
detonante puede ser interesante pero exige tiempo y un conocimiento profundo
del público y del texto. A la siguiente oportunidad intenté hacer lo mismo con
otro relato de Gaiman, Clic-clac, el
sonajero y no sentí la misma respuesta frente al texto, aunque no fue del
todo indiferente. Por lo pronto seguiré explorando esta posibilidad y os
comunicaré como van respondiendo los chicos.
***
Hace
algún tiempo tengo la idea de aplicar una encuesta a los chicos y personal
administrativo de la institución donde laboro con el fin de definir los diversos
hábitos y ambientes lectores de quienes la conforman. Sin embargo alguien me
hizo caer en cuenta de la necesidad de dirigir la encuesta a los docentes. De esto surgió otra pregunta, ¿quién hace
promoción de lectura con los docentes? Y luego, ¿cómo hacer promoción de
lectura con los docentes, en particular, y, en general, con el personal de una
institución educativa? La respuesta ha venido en forma de una estantería con
libros propuestos para realizar un trueque permanente de libros. Pronto estaré
informando también de los resultados de esta iniciativa.
!Magnífico!!!
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