PERSONA NORMAL


Autor: Benito Taibo
Editado por: Editorial Planeta
Recomendado para: Jóvenes lectores
Novela

     Si hay algo que nos gusta a los lectores son aquellas historias que nos hablan de otras lecturas, que como mapas del tesoro nos conducen a otras referencias, y estas a otras, y así sucesivamente, hasta que por alguna oscura razón terminamos desempolvando un viejo libro de caballería que ponemos encima de toda una pila de otros libros abiertos y nos sumergimos en un nuevo laberinto de letras.
     Algunos lectores convertimos la literatura en un hogar, en un fuerte, en un espacio de resistencia. 
     Persona normal, es una de esos relatos que han calado con profundidad en algunos jóvenes sin necesidad de recurrir a las fantasías distópicas ni a los triángulos amorosos sobrenaturales ni a la muerte y resurrección de un joven mago. Así mismo la adhesión de sus lectores puede ser tan fuerte, que cuando una alumna, en plena clase, vio que les iba a leer algo del libro soltó un grito como solo he escuchado que hacen con Justin Bieber. Así Que Benito Taibo, si alguna vez lees esto, hay al menos una adolescente en el mundo para quién eres una suerte de rockstar.
     Benito Taibo construye en su libro un relato de esos de los que hace tiempo no encontraba, una novela de crecimiento alrededor de la cual las referencias librescas se entretejen de tal forma que él mismo se considera en la necesidad de despejarlas en las últimas páginas del libro. Persona normal narra la historia de la relación de Sebastián, quien pierde a sus padres a los once años, con quien sería su mejor encuentro de toda la vida, su tío Paco. Y es que su tío Paco es una de esas criaturas que solo existen en los libros, una suerte de cuarentón anarco que se ha paseado por los libros y la vida, y quien acepta de buena gana el sobrino que la vida le ha deparado. Así, al lado, no a la sombra ni bajo la égida, si no a su lado, Sebastián se va enfrentando a la ensoñación, la tristeza, el discurrir de lo cotidiano, sus viajes profundos a través de las páginas, sus desencuentros con la escuela en la que se encuentra, las distancias con el primer amor, el dolor que implica la muerte del otro –cualquier otro- , la desesperanza, la solidaridad, los desencuentros y el amor.
     Por supuesto, como ya lo he mencionado con emoción muchas veces en tan pocos párrafos, la literatura es una parte importante en la relación de estos dos personajes. Así, en el cumpleaños número trece, Paco le entrega a su sobrino toda su biblioteca.
Tengo ganas de llorar y me aguanto. Sé cuánto ama sus libros. Mis libros. Me estaba regalando la imaginación, la pasión, la aventura, los pensamientos de otros, sus sueños, sus desgracias, sus anhelos. Ahora también son míos.
Uno se hace hombre, se hace más humano, cuando tiene su propia biblioteca, aunque sea de un solo libro.
Tengo mi lanza masai, mi Bar Mitzvá, mi rito de iniciación aborigen, mi diario, mi pluma de halcón. Tengo origen y destino. Ya lo tengo todo. Me queda claro. (Taibo, 2011, p. 41)

     Y más adelante, cuando se cuestiona su pertenencia, Sebastián dirá,
Tal vez soy más de otros lugares en los que no he estado nunca y que a pesar de ello, anidan en mi corazón y en mi cabeza y son tan parte de mí como yo mismo. Hablo de Mompracem, donde tienen Sandókan y Yánez su guarida y su hogar, su territorio libre, su santuario. Soy de Macondo porque allí está mi casa y mi patio interior con macetas y guayabas, donde las mariposas amarillas revolotean por miles mientras cae un diluvio, soy de allí porqué allí vi por primera vez el hielo, porque los milagros y las maravillas son cosas de todos los días y sencillamente, porque se me da la gana y allá voy cuando no quiero olvidar que estoy muy, pero muy vivo. Soy de Cuévano (…)(Taibo, 2011, p. 120)
Así, lejos de los convencionalismos propios de la literatura contemporánea para jóvenes Taibo se opone con la construcción de un mundo ensimismado en la literatura y en el lenguaje, en la reflexión profunda sobre lo que nos constituye como seres humanos, lo que nos acerca a unos y nos aleja de otros, lo que, en suma, nos constituye como una persona normal.

Eso me pasa por no querer quedar bien ni con dios ni con el diablo (Taibo, 2011, p. 154) 

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