Autor: Ernest Cline
Traducido por: Juanjo
Estrella
Publicado por: Editorial B
Grupo Zeta
Recomendado para: Jóvenes
lectores
Novela - Ciencia ficción
Cuando se habla de fantasía ha llegado a
ser inevitable discutir acerca de si es mejor escritor John Ronald Reuel
Tolkien o George Raymond Richard Martin. Por un lado se tiene la destreza gigantesca
de Martin para manejar la enorme cantidad de personajes que tienen en sus
novelas. En tanto, Tolkien tiene a su favor la riqueza narrativa y literaria
que se deja traslucir en cada línea, en cada delicada descripción. Ahora bien,
lo que parecen tener ambos escritores en común es que ninguno de ellos pensaba
en la pantalla, grande o chica, al momento de estar escribiendo. De hecho, si
le creemos a Martin, lo que él buscaba era crear un relato que no pudiese ser
traducido a la pantalla.
El fenómeno se estos dos escritores se
halla, empero en una franca oposición a lo que parecen estar haciendo otros
escritores el día de hoy. Algunos de ellos incluso parecen escribir un guion
antes que una novela o un relato que pueda funcionar por sí mismo. Incluso
veteranos en la literatura infantil y juvenil (LIJ) como Cornelia Funke,
parecen estar pensando en la pantalla mientars están ejerciendo su oficio. Así,
en algún momento declaró sentirse maravillada porque Brendan Fraser
protagonizara la adaptación de Corazón de
tinta al cine, puesto que era a él a quien se había imaginado como Lengua
de brujo. Esta parece ser también la situación de Ready Player One, cuyos derechos fueron vendidos a los estudios
Warner, al mismo tiempo que se realizaba su publicación.
Ready
Player One narra la historia de una gesta que tiene lugar en el
ciberespacio, una mezcla entre el mundo utópico y olvidado de Second Life y el mundo de quienes
accedimos por vez primera al mundo de los videojuegos a través de Arcades como
Pacman, marcianitos o incluso el juego de la culebrita, que muchos conocimos en
Basic. Así, Wade Watts, a la manera de los protagonistas de los videojuegos
clásicos va avanzando en un entorno virtual, mientras tiene que enfrentar
dificultades y enigmas cada vez más difíciles con tal de lograr alcanzar el stage final, aquel que le dará acceso a
riquezas inimaginables. Por supuesto, en el mundo irreal Wade es un don nadie,
cuya historia recuerda un poco a la de cenicienta.
Sin embargo, no pretendo ser injusto con el
libro de Cline, ante todo porque logra uno de los objetivos más puros de la
literatura, entretener. Y lo logra, dirigiéndose a dos grupos de lectores,
aquellos que nacimos en la época de los videojuegos y aquellos que están a
punto de entrar a jugar en la realidad virtual. Por un lado apela a nuestra
nostalgia, por el otro explora lo alienante que puede ser el mundo virtual. El
resultado es una novela que pronto veremos en los cines (como cosa curiosa
tengo a Ferdie, mi mejor amigo de la infancia, desde hace dos años insistiéndome
en la lectura de esta novela, que solo pude conocer porque pronto llegará a
cine), narrada de la manera más sucinta posible, siguiendo el modelo de los
videojuegos clásicos, a saber, primer enemigo fácil, segundo enemigo un poco
más difícil, en tanto se adquiere equipamiento para poder enfrentar al boss, que en este caso es una multinacional
tecnológica.
En resumen, una obra divertida de la cual
podemos pasar con rapidez a otra cosa.
Leído.
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