DIARIO DE UN LOCO


Autor: Lu Hsun
Traducido por: Sergio Pitol
Editorial: Asociación Lengua Franca – Taller de Edición Rocca
Recomendado para: Grandes lectores
Relato
     Hay un abuso de la idea de a locura, sobre todo entre los jóvenes. Se considera que ésta es una forma diferente de ver el mundo, y que los locos no están inmersos en la trampa de la sociedad. Existe una confusión importante entre el marginado (y aquí habría que entrar a ver la importancia de ser marginado) y el loco. Ante todo por el increíble sufrimiento que padece el enfermo mental y quienes le rodean. Quien quiera ahondar en esta situación solo debe pasar por las páginas de Lo que no tiene nombre de Piedad Bonnett.
     Lu Hsun no es ajeno a la problemática de la enfermedad mental, como no es ajeno a la situación política de principios del siglo XX en China, ideología que Juan Manuel Roca, afirma en el prólogo de esta edición, se trasluce en Diario de un loco.
     Por otro lado, a la tipología de la locura, Lu Hsun adicionará la del tabú de a antropofagia. De esta guisa, el hombre atormentado delira con la idea de que todos a su alrededor se alimentan de carne humana y que, bien que mal, él se está preparando para ser el próximo plato en la mesa. Así mismo sospecha que él ha probado la carne humana, quizá cuando su hermana menor murió cuando él mismo era un niño.
     De esta manera, aterrorizado, viendo en cada gesto un signo de lo que se le puede avecinar, va consignando en las páginas de su diario las ideas con las que construye con solidez el mundo de pesadilla que le rodea, donde no hay un salvador, donde su propio hermano, al declararlo trastornado, conspira contra su vida,
(…) ya todo estaba preparado: me acusaba de estar loco. De esa manera cuando llegara el momento de devorarme, no solo no tendría ningún escrúpulo para hacerlo, sino que la gente probablemente le quedaría agradecida. (p. 56)   
Diario de un loco es una obra intrigante de un número muy corto de páginas frente a los increíbles mamotretos y sagas que se escriben hoy en día, pero más que suficiente para expresar el dolor y el sufrimiento. Uno de esos libros que se vuelve a visitar una vez cada cierto tiempo.
Tal vez sea posible encontrar niños que no hayan probado la carne humana,

¡Salvad a los niños! (p. 63)

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