EMMA Y JUAN


Autora e ilustradora: Amalia Satizábal
Editorial: Gato malo
Recomendado para: los pequeños
Libro álbum

     Supe de Emma y Juan  cuando la revista Semana anunció que habían sido incluidos en la categoría de ilustración en la lista de honor de la IBBY este año. La noticia me causó curiosidad, en primer lugar porque Semana, al igual que muchos otros medios, no se ha caracterizado por visibilizar (no recuerdo una reseña en sus páginas sobre el tema) la literatura infantil y juvenil; y segundo, porque la obra pertenece a una editorial pequeña, Gato malo, de quienes conocía Estúpido y Circo de pulgas. Con todo, la obra no me sonaba para nada y no recordaba haberla visto en ninguna parte.
     Algunas semanas después, mirando en la librería de El globo, sin decidirme por ningún título (Cada vez me cuesta más elegir un libro de LIJ para comprar) me encontré la obra de Satizábal y me la leí de un tirón. Aclaro, no sólo me refiero a su extensión sino que algo en ella, su tema, su ilustración, me llevó a querer acabármela de prisa, a querer llegar con prontitud al final.     
     Emma y Juan es una de esos libros que demuestra que la LIJ no necesariamente debe ser protagonizada por niños o jóvenes. En este caso sus personajes principales son adultos, incluso, personajes que con mucha probabilidad han pasado la mediana edad, solitarios, autónomos y con una forma de ver la vida ya formada. Juan es un oso formal, lector, centrado. En cambio, Emma es una tigre de Bengala, curiosa, artista, hiperquinetica. Ambos entonces deben enfrentarse a la frustración de conocer a otro que es por completo ajeno a lo que ellos mismos son; a la frustración y al encanto, puesto que conocer a alguien más, significa dar espacio a la sorpresa, a lo que no se conoce, a lo imprevisible.
     Así, Emma y Juan se convierte en uno de esos libros imprescindibles alrededor de los cuales se puede encontrar muchos temas de conversación, porque capta un trozo vivo de la cotidianidad, un trozo que en este momento puede estar aconteciendo en Beirut, Granada o en la casa de al lado.
     Por supuesto, no se puede dejar de lado las ilustraciones empleadas por Satizábal. Aunque al ojo del lego se trataría de ilustraciones realizadas a color y a tinta, los ojos de Silvia, más conocedores, me revelaron que se trataba de una forma de grabado (me dijo el nombre en especial, pero mis porosas neuronas no me han permitido recordarlo), lo cual le permite enriquece aún más la ilustración,  permitiéndole crear unas texturas muy especiales, una profundidad muy propia.
     Para quienes gustan de los paratextos, al final, cuando la editorial señala el número de ejemplares, el lector podrá encontrar una sorpresa, lo que en términos cinematográficos y de videojuegos se conoce como un huevo de pascua, y que permite una interpretación un tanto diferente de la obra, que invita a ir más allá y más acá del vivieron felices para siempre de los cuentos de hadas.

     Así, te sugiero, Oh lector constante, que no dejes pasar mucho tiempo sin leer esta pequeña, en tamaño,  obra de arte. 

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