Autora: Emma reyes
Editorial: Laguna Libros
Recomendado para: jóvenes lectores
Biografía epistolar
Memoria por
correspondencia ha sido uno de los libros más
sonados del 2012, y comentado por
diversas personalidades, tanto del sector financiero como de nuestra farándula
criolla. Es así, de boca en boca, cómo se ha ido consolidando una reputación,
ha ido ganando lectores y adeptos, tanto a través de las revistas
especializadas (Arcadia lo incluyó en sus recomendados del 2012) así como en
las redes sociales. Sin embargo debo decir que el bichito de la curiosidad no
me había tocado hasta que mi esposa se lo leyó en tres noches mientras alegaba
con las monjas, hablaba de la miseria humana y se carcajeaba con algunos
fragmentos que me ocultaba diciéndome entre tanto que me lo tenía que leer.
Teniendo entre mis manos Las
intermitencias de la muerte -que me dejó, dicho sea de paso, la impresión
de que le sobraban más de sus dos terceras partes- lo dejé estar hasta que mi
esposa lo soltó y Saramago me dejó con media sonrisa en los labios.
Mi prejuicio ante esta obra se hallaba fundamentado en que no conocía quien
era la autora. Los rumores, puesto que de eso se trataba, decían que era una
artista colombiana de mayor renombre en el extranjero que en nuestro país. Con
esa información la atracción era poca. Poco sé de movimientos artísticos y
mucho menos de sensibilidad pictórica. Lo mío, lo tengo claro, son las letras.
Sin embargo, la recomendación de Danny, quien no se lo ha leído pero que lo ha
prestado a su madre, a su novia, a mi esposa y, por último a mí, es que no hay
que conocer la obra de Emma Reyes para disfrutar, para adentrarse en el libro.
Vencido este primer obstáculo, intrigado por el diálogo constante de Elizabeth
con la obra, y por tanto correveidile alrededor de ella, decidí saber de una
vez por todas a que se debía tanto alboroto.
Lo primero que llama la atención es la sencillez del lenguaje empleado. Memorias por correspondencia, toma su
nombre de aquello que justamente es, una serie de cartas dirigidas a su amigo
Germán Arciniegas, en un lapso que va desde 1969 hasta 1997, en donde le
relata, con la confianza ciega de aquel que sabe que tiene un auditorio fijo,
sus primeros años de vida, al menos desde su primer recuerdo, hasta el momento
en que esta existencia toma un giro inesperado.
Los hechos relatados por Reyes no tienen nada de realismo mágico ni de
fantasía, son los hechos acaecidos a una niña, alrededor de los años treinta en
el altiplano cundiboyacense, que lejos de tener una vida afortunada, se
enfrenta a su suerte en el día a día, con benefactores cada vez más dudosos y,
la mayor parte de ellos, apáticos. Sin embargo, aunque Reyes, humana, muy
humana, confiesa sus amores, sus afectos y sus desconsuelos, se mantiene lejos
del juicio a aquellos que le rodearon. Quizás, con la sensibilidad propia del
pintor, sólo retrata los sucesos y deja que sea el lector quien juzgue las
acciones y el panorama general.
El conjunto de la obra es de una humanidad transparente, de la que el
lector sale queriendo saber más; queriendo que Reyes diga al fin
que pasó con esos perros que se estaban oliendo el culo uno al otro, y luego,
que había al final de esa calle y detrás de esa colina.
Habría olvidado la recomendación de Arcadia, si no insistes. Me gusta toda la reseña excepto ese párrafo final.
ResponderEliminarHola ¿tendrás para descargarlo por favor?
ResponderEliminarHola Grisbe, en http://www.lamadrigueradelconejo.com puedes conseguirlo en su versión electrónica.
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